Un 23 de abril de 1616, muere Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la novela española y universal "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha", lectura predilecta en el mundo. Su popularidad no se funda en su excelsa condición de primera novela moderna, sino que lo que le confiere ese rasgo de contemporaneidad con los hombres de todos los siglos y todas las latitudes, es el aliento vital que la anima.
El Quijote es obra barroca, aunque su autor partícipe de ideales renacentistas, que subsistían en siglo XVII. Barroco, es el dinamismo incontenible de la composición, donde participan muchos personajes con su infatigable caminar por caminos y ventas, por mar y tierra, en un andar sin pausa que convierte al Quijote en una especie de novela itinerante y también la abundancia de escenas de lucha, con caídas y golpes, gritos y descalabraduras. Y es barroco el sentimiento de desengaño, en que se resuelve la acción total: desengaño del mundo, de los hombres, de la literatura y de los rígidos ideales renacentistas y medievales: la misión caballeresca y la ambición de fama. Es innegable que esta novela nace para desprestigiar los libros de caballería. Él dice: "Pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías". Cervantes hace del idioma una materia dócil a sus intenciones de novelista. Tanto importa lo que se dice, como la manera en que se dice. La lengua cervantina es de espontánea frescura Su ideal al respecto comprende: naturalidad "a la llana", propiedad "palabras significantes", claridad "sin oscurecimiento", sintaxis natural "palabras bien colocadas". Cervantes incorpora a su léxico voces exóticas, palabras arábigas, vocablos de la germanía, jergas de oficios y profesiones. Cada personaje habla de acuerdo a su cultura, su condición social, su temperamento. Por tal motivo la fecha de su muerte se ha establecido como día del idioma. Para ejemplificar transcribo un fragmentos del Capítulo 1º: "En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados…".
