La noche pintaba lindo. Era el momento de San Martín en el partido y después de haber remontado ese penal en el amanecer del partido, el Verdinegro lo había empatado y quería más. Iban 26’ del complemento y salió la asistencia rápida de Gelabert para dejar a Carlos Bueno cara a cara contra Orión. Encaró el goleador de San Martín, la tocó larga sobre la izquierda del arquero de Boca y llegó el impacto inevitable. Voló Bueno y ahí, se vino lo peor. Porque el gesto del propio Bueno fue estremecedor. Sabía, en toda su experiencia, que el choque no era uno más. Que había algo mal y que la lesión pintaba feo. El primero que llegó a asistirlo fue Eric Aparicio y a todos en Concepción se les heló la sangre cuando vieron que el propio Aparicio se tomaba la cabeza con sus dos manos. Era grave, demasiado grave. Los auxiliares médicos de San Martín se encargaron de ratificar la gravedad con la decisión de alejar a los propios compañeros del lado de Carlos Bueno. Entró la ambulancia, lo trasladaron al Hospital Rawson y el propio Dr. Germán Vera confirmó que la lesión era fractura de tibia y peroné de la pierna derecha, que estuvo a milímetros de ser fractura expuesta. Bueno recibió los primeros auxilios en Urgencias del Rawson y se evaluaba su traslado a una clínica privada para su internación. Se especula conque mañana martes podría ser intervenido para fijar la zona fractura y que su recuperación demandaría al menos entre 4 a 6 meses. Una baja sensible que conmovió a todos y que en el pospartido generó incluso hasta una discusión más que acalorada entre dirigentes de San Martín con sus pares de Boca. Slavutski y Miadosqui reclamaron mala intención en la salida de Orión a lo que la dirigencia boquense respondió pidiendo respeto y mesura. Era una noche para festejar porque Boca la pasó mal con el fútbol de San Martín pero anoche, todos fuimos Bueno.