Un gran pibe en toda su dimensión. Simpático y tímido a la vez. De poco hablar. Morocho, grandote. Con el corte de pelo acorde con su edad. Con un piercing en la boca que lo distingue. Amable para contestar. Una fiera en la cancha. Temible delantero cuando la bocha está cerca del arco ajeno. Autor de goles trascendentales para que Unión vaya haciendo su camino a la final. Y, afuera del hockey, su vida de adolescente trabajador.
-Contame tu historia, porque me dijeron que tenés otro oficio además del hockey.
-Sí, es cierto. Soy albañil. Es que cuando dejé de estudiar tenía que ocupar el tiempo en algo y si es para traer plata para la casa mejor. No podía estar de vago, porque ahora todo cuesta mucho.
-¿Cómo llegaste a esa profesión?
-Mi tío trabaja de eso y me dio lugar con él. Hace unos seis o siete meses que empecé. Me gusta mucho.
-¿Dónde vivís?
-En la Villa José Dolores.
-¿Trabajás todos los días? ¿En algún lugar en especial?
-Si no laburo un día, me siento mal (risas). No, no es para tanto, pero tampoco hago cara fiera cuando hay que laburar. ¿El lugar? Donde sea. Donde se lo hayan pedido a mi tío. Y yo le hago caso a él.
-¿Cómo se complementan el trabajo con el hockey?
-Trato de decirle a mi tío que trabajemos de corrido, así yo tengo tiempo después para ir a los entrenamientos. Y después me la tengo que aguantar, porque entreno hasta tarde.
-¿Entrenás mucho tiempo?
-Empiezo con la pre-junior, que es mi categoría, y termino con la primera. O sea, largo a las 8 de la noche más o menos y me quedo hasta las doce siempre.
-¿Desde qué edad jugás al hockey?
-Uh, de los cinco, por ahí. Ya ni me acuerdo.
-¿Siempre en Unión?
-Más vale, siempre.
-¿Qué es para vos haber sido una de las figuras en este Campeonato Argentino?
-Ya me siento orgulloso por haberle sido útil a mis compañeros. También que por el hockey yo sea esto. Que me estén haciendo una nota. Me pone nervioso pero muy feliz a la vez.
-¿Cómo te llevás con un (Mauricio) Galdeano, por ejemplo, que es mucho más grande que vos?
-Yo me entiendo un montón con el Burru.
-¿Lo cargás alguna vez por la edad?
-No, al revés, ellos siempre me cargan a mí. Todos. Los más grandes, en especial. Me dicen Pichón y a mí no me gusta mucho. Dicen que porque soy el más chico pero me parece que me están cargando. Además que ellos me lo digan lo banco. Me molesta cuando la gente de afuera se entera.
-¿Te gustaría irte a Europa? ¿Jugar en la Selección?
-¡Más vale! Me gustaría todo eso, especialmente irme a jugar a otro lado. Porque no creo que llegue de otra manera. Pero todavía me falta mucho.
-¿Y adónde te irías?
-A cualquier lado. Ni siquiera me importa mucho la plata. Me gustaría viajar y estar en otro lado que no conozca ni por la tele.
-¿Y tus padres que dicen?
-Mis viejos están separados, pero siempre me han apoyado. Y tengo una hermana (Tania) y un hermano (Kevin). Los dos son más grandes que yo. Por eso dicen que yo soy el mimado. Y son mentiras (risas). Pero igual todos están conmigo. Me apoyan. Y se alegran porque a mí me vaya bien.
-¿No vinieron acá a Buenos Aires para alentarte?
-No, ellos no pueden. Se les complica mucho.
-¿Y qué hacen? ¿Te llaman por teléfono?
-Me llaman todos los días y a cualquier hora.
-¿Habías viajado otras veces?
-A Mendoza nomás, pero éste es mi primer Campeonato Argentino de primera. Con las otras categorías sí he viajado pero generalmente a Mendoza. A Buenos Aires no había venido nunca.
-¿Ya te han bautizado por debutar en un torneo Argentino?
-No, ni hablar.
-¿Y si te rapan la cabeza, por ejemplo?
-Me muero.
-Veo que tenés un piercing.
-Sí, en la boca, pero cuando juego me lo saco.
-Sos tímido, porque me doy cuenta que no hablás mucho.
-No me gusta hablar. Esta nota, por ejemplo, me da mucha vergüenza.
-Pero dentro de la cancha no te veo tímido.
-Ah, no, en la cancha no. Le meto con todo. Me gusta jugar detrás del arco. Y de ahí encarar para buscar el gol. Cada uno hace lo que le gusta ¿cierto?
