El mensaje de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, convocando al diálogo, junto con una profunda reforma política en busca de coincidencia para el fortalecimiento de la democracia, parece interpretar el último mensaje de las urnas.
Según el ministro del Interior, Florencio Randazzo, será la apertura de una mesa de diálogo con todos los actores: prestadores de servicios públicos, de la industria, del campo, y de los trabajadores, para resolver las pujas sectoriales y luego el gobierno articular esos intereses. Otro objetivo es fortalecer las instituciones, entre ellas los partidos políticos, con la idea de que se instrumenten elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, con el padrón general, a fin de seleccionar los candidatos para los comicios siguientes. Este proyecto de reforma luego será tratado por el Congreso de la Nación.
En ese sentido el ministro ha reconocido ayer que "el resultado electoral a todos nos deja algún tipo de mensaje", al justificar la propuesta lanzada desde Tucumán, en el Día de la Independencia, por la presidenta. De alguna manera esta respuesta era la que demandó la ciudadanía, un drástico cambio de rumbo, según lo expresado en esa suerte de plebiscito.
Visto desde ese ángulo, el llamado es ampliamente positivo para recomponer una debilitada gestión de gobierno, en vísperas del Bicentenario y con enormes desafíos económicos y sociales inmediatos. Lo importante es que este diálogo y las reformas capten a todas las voces, lo que depara dudas, teniendo en cuenta que precisamente los sucesivos mandatos kirchneristas se destacaron por carecer de vocación dialoguista. Ni siquiera con la prensa: Néstor Kirchner nunca dio una conferencia de prensa en su gestión y su esposa sólo dos encuentros y condicionados en temas y preguntas.
Estas restricciones ya se dejaron traslucir ayer. El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, dijo que el diálogo convocado por la presidenta incluye también al campo, pero rechazó de plano que se vaya a aceptar discutir las retenciones, eje del diferendo con el sector. El diálogo debe ser honesto, sincero y sin especulaciones, ya que si se busca transformarlo en un Consejo Económico y Social, puede ser una maniobra para neutralizar los reclamos del agro, con los sindicatos y referentes del oficialismo y así defender el eje de la política de "caja".
No obstante, se debe confiar en los buenos propósitos de la presidenta. En definitiva, es lo que prometió en su campaña: pluralismo de ideas y fortalecimiento institucional de la República.
