Lo había anticipado el mismo día que estampó la firma como técnico de San Martín, allá por junio de este año. "Cuando dirijo me transformo", tiró a manera de carta de presentación. Con siete partidos bajo su mando, Darío Franco ratificó al pie de la letra aquellas palabras e incluso alguno podría decir que se quedó corto. Se trata de un técnico hiper reflexivo y sereno a la hora de declarar ante la prensa, pero que cuando está en el césped, tanto el día de los partidos como en los entrenamientos, experimenta una gran metamorfosis. Gritos, ademanes y hasta uno que otro insulto al no salir las cosas son su repertorio habitual. Una versión casi idéntica a la de su mentor como DT, un tal Marcelo Bielsa.
¿Por qué tanto frenesí al costado de la línea de cal? El propio Darío detalló que es una forma de mitigar la impotencia por ya no decidir las jugadas dentro de la cancha, época en que lo dirigió en Newell’s el propio Loco. A esta altura de su conducción se sabe que dependiendo cada tiempo del partido son los laterales quienes más lo "padecen". No faltan los "Harry, dale, dale", cuando está cerca a Acosta por la derecha o los clásicos "Vamos Pampa, vamos", si es Floris quien lo tiene más próximo por la izquierda. Los wines como Barreiro o Roberval, una piedra basal en su sistema de 4-1-2-3, igualmente escuchan sus palabras. A Scatolaro o Alderete los pronuncia continuamente cuando les solicita que tomen algún rival en particular. Una diferencia con Bielsa es que llama a algunos futbolistas por su apodo, algo que no hace nunca el Loco.
"Es una manera de sentir el fútbol. Soy un convencido que uno debe dejar todo en la cancha. Siempre apuntando a mejorar la actuación del equipo y sabiendo que el trabajo de uno es más importante durante la semana que el día del partido, porque los que juegan son los futbolistas”, asumió el DT.
El entrenador del líder de la B Nacional es conciente que su forma de dirigir puede llegar a ser en algunos casos contraproducente para sus muchachos. Aunque "si en algún momento le molesta a un jugador, algo que todavía no pasó (sonríe), se charlará el tema porque hay una gran comunicación entre todos”, subrayó. En el plantel saben que es una manera particular de entender el fútbol y que en este momento no les resulta molesta.
La vieja frase del fútbol que "como entrenador se sufre más que de jugador", es una verdad para Darío. Es en parte por eso que explica semejante desgaste físico al costado de la línea de cal y si no basta con recordar que en la sexta fecha, cuando el verdinegro superaba 3-0 a Merlo y quedaban dos minutos, seguía pidiéndole a Cólzera que "apretara a los defensores". O como cuentan que se molesta cuando una pelota detenida no sale como él la pensó, más allá que incluso pueda terminar en gol, tal cual ocurrió con el tanto de Roberval justamente ante el Charro.
