Que iba a armar revuelo en la vida se supo desde que era chico, cuando en la Villa Alcira, en Albardón, no dejaba en paz a las barras de jóvenes que se juntaban a charlar o intercambiar revistas Tony. Tanto que allí ganó para siempre el mote de "Batifondo", o "Bati", como le dicen todos actualmente porque metía ruido donde iba. Su nombre de DNI es Daniel Sarmiento que recién recuperó cuando sus obras comenzaron a conocerse en el país, luego en España, Alemania y Estados Unidos, donde han viajado muchas de sus piezas. Primero fue la alfarería y luego el tallado de la piedra, un oficio casi perdido en el tiempo que supo resucitar con su arte y tras un proyecto realizado en conjunto con el Ministerio de Minería de la provincia está llevando a diferentes departamentos para que muchas personas interesadas puedan recibir su enseñanza. Albardón, Angaco, San Martín, Sarmiento y ahora Valle Fértil son los lugares donde ha sembrado la semillita para quienes quieran continuar con esta tarea que consiste en el uso de distintos tipos de piedra para el tallado desde lo netamente utilitario como una mesa o una placa, hasta verdaderas obras de arte.
Una proyección de la obra que ni él hubiera imaginado en sus comienzos cuando trabajaba con Isidro Montilla para la Expo Rural 80. "Allí vi como hacían mascarones con una arcilla muy roja y me quedé impactado por su plasticidad, por todo lo que se podía hacer. Así fue que con el dinero que gané empecé a comprar la revista española Taller de las Artes, eran unas diez hojas en las que figuraban distintas técnicas para trabajar cerámica, modelar, cosas muy útiles. Claro que después que empecé a indagar y descubrí que esa arcilla no era apta para modelar porque era demasiado plástica", recuerda sin perder de vista que esos comienzos marcaron un camino.
Otro testigo fiel de su amor por la plástica fueron los márgenes de los cuadernos de la escuela primaria repletos de dibujos que hacía cuando la clase lo aburría. Una materia que quedó pendiente pero que espera retomar con clases de dibujo en un tiempo más.
Luis Uñac, un reconocido alfarero, también puso su granito de arena para que "el Bati", se iniciara formalmente como artesano. "El me enseñó a hacer el horno a modelar, hasta me regalaba arcilla", dice con el cariño al que se hace referencia cuando se recuerda a un maestro.
Las primeras obras se las vendió a profesores de la escuela secundaria lo que le permitía costear parte de sus estudios, pero luego fue profundizando en sus investigaciones para impregnar un sello distintivo. En esto el pilar fundamental fue su hermano José Luis que con apenas 18 años se sumó a la propuesta pero con la firme intención de obtener como producto final "obras de rescate y proyección folclórica".
"Eso se lo debo a mi hermano, él puso otra mirada en esto y fue también el que decidió que había que formar parte del mercado artesanal. Empezamos a tener un carácter más cultural, una identidad. Investigamos sobre las culturas de Ansilta, Aguada y Santamariana de las que tomamos cosas para nuestro trabajo", dice Daniel.
Luego llegó el momento de arribar con sus obras a Buenos Aires (hace unos 15 años), de la mano de la empresa Arte Huayra, luego fue España, Alemania donde también expuso en una galería de arte.
No falto el intento de pasar por los claustros universitarios, pero con el único fin cursar materias que le sirvieran para su oficio.
La irresistible fascinación por la piedra llegó en el 2.000. Comenzó a visitar los pocos picapedreros que quedan en Albardón para aprender la técnica, a localizar piedras como el travertino, chipolino, mármoles, lunel marroquí, entre tantas otras propias de estas tierras. Las primeras piezas fueron sencillos morteros, pipas y hasta simples ceniceros. Pero lo +grande+ no se hizo esperar cuando tallo el Cristo que ahora está ubicado en el ingreso a Mogna de 1,80 metros de alto colocado sobre una base que lo eleva a 3,20m del piso; o la llorona ubicada en el Hotel Viñas del Sol realizada con piedra del Pie de Palo y base de Travertino que funciona como una fuente de pared; o las bañeras de mármol que tuvieron como destino clientes de Estados Unidos, por citar un par de obras.
Han pasado años desde aquella vez que ganó el mote de "Bati", como todos lo llaman, años que lo han convertido en un digno representante de los artesanos sanjuaninos.
Frente a frente
Daniel Sarmiento es un hombre sencillo, más bien tranquilo, con rasgos autóctonos, lo que quizá no sea una coincidencia respecto de su pasión por el rescate cultural de la provincia. En pocas palabras dice lo que piensa y siente.
-¿Te sentís reconocido como artesano en la provincia?
No, acá no. Es el turista, la gente de afuera la que valora más lo que hago. Ellos compran las obras con gusto y, por supuesto, tratan de llevarse cosas que puedan transportar fácilmente.
– ¿Te han convocado para exponer en el Museo de Bellas Artes en la sala de artistas sanjuaninos?
No nunca me convocaron, siempre estuve en el circuito de artesanías. Sí me invitaron a través del Fondo Nacional de las Artes a exponer en la Casa de Victoria Ocampo en el Barrio Parque. Ah! y también se expusieron mis obras en una sala de arte de Alemania.
– En San Juan ¿Dónde se pueden ver obras tuyas?
Está el Cristo de Mogna que es lo más grande que hice en dimensiones; una fuente en el Hotel Viñas del Sol; en el Teatro de Albardón tengo un espacio en el que roto obras, y lo demás es todo privado, desde esferas de piedra para casas de campo, bachas, fuentes y esculturas. Siempre recuerdo que la primera Venus de Milo que hice fue para José Francisco Castro, en Albardón.
– ¿Te queda alguna materia pendiente?
Sí, el dibujo. Este año quiero empezar a estudiar ya que hace mucho que no dibujo.
– ¿Cómo surgió la idea de enseñar a la gente de los departamentos el tallado en piedra?
– En el año 2008, me encontré con un compañero de la secundaria que trabajaba en Minería y me contó que había una serie de propuestas para trabajar la piedra. Me interioricé y noté que faltaban aspectos relacionados con la maquinaria necesaria para hacer este tipo de trabajo, así es que reformulé la propuesta, fue aceptada y así comencé a salir a los departamentos con cursos de tres meses. Empecé con Albardón y Angaco; luego San Martín, recién terminaron los de Sarmiento y ahora estoy dictando los cursos en Valle Fértil.
-¿Quiénes asisten a estos cursos?
Personas de todas las edades, tengo alumnos de 14 a 35 años y más. No es conveniente que tengan menos de 12 porque hay herramientas muy pesadas. En general cada curso es de unas 30 personas que aprenden la técnica del cincel y punta de martillo que es la se está perdiendo.
– ¿Cómo compartís las tareas con tu hermano José Luis?
Dividimos tareas. En cerámica es muy compartido el trabajo, yo preparo la pasta, modelo y luego José Luis diseña, hace las guardas y retoca. En la piedra hay más autonomía, el hace sus cosas y yo las mías.
– ¿Cuál es la situación actual de los artesanos locales?
Hay sectores que se mueven mejor que otros, pero acá se hizo algo muy positivo desde la Municipalidad de la Capital a través de la Dirección de Cultura dirigida por Luis Meglioli, que fue el creo el Registro de Artesanos de San Juan y otorgó los carnet identificatorios, se otorgaron categorías dentro de las artesanías, incluso se incorporó a los manualistas. Lo difícil de esto es la comercialización por lo que muchos no pueden vivir de lo que hacen.
