Eso es lo que quiebra la tradición sobre este tipo de sucesos, que normalmente se reduce a testimonios de vivencias, de los que no quedan vestigios visuales o palpables. De todos modos, más allá de ser el caso más resonante de este tipo en la última década, no es el único. Y un revuelo tan intenso se vivió hace poco más de 11 años, con el famoso fantasma de la Villa Don Arturo, en Santa Lucía. A continuación, los episodios que más resonaron entre los sanjuaninos.
Fantasma de Don Arturo
Sucedió en enero de 1998, en esa villa santaluceña. Los vecinos comenzaron a narrar que un hombre alto los tomaba por asalto en el interior de sus casas y los agredía. Pero estaban convencidos de que era un fantasma porque no tenía un rostro humano definido, le salía humo del cuerpo y olía a azufre. La gente comenzó a sacar sillas y reposeras y a dormir en la vereda, todos juntos, por miedo. La Policía empezó a custodiarlos todas las noches, y se volvió habitual la presencia de videntes, pastores religiosos, parapsicólogos y hasta magos, que hacían sus rituales para espantar al fantasma acosador. Entre versiones de magia negra y de que se trataba de un "vivo", finalmente el miedo, como la presencia del fantasma, se fueron diluyendo con los días.
La bruja de Rawson
En diciembre de 1998, una familia del barrio Salvador María del Carril dio la voz de alerta: una bruja, que de noche tomaba forma de pájaro enorme con cabeza peluda, sobrevolaba la zona y se posaba sobre un eucalipto para desperdigar sus maldiciones. Más gente empezó a ver el ave extraña de noche. Y el miedo se extendió tanto que la Policía intervino. Pero, lejos de llevar calma, los uniformados la emprendieron a tiros de Itaka contra el pájaro ni bien lo vieron, en plena noche. El ave desapareció y no se supo más de ella. Afortunadamente, ningún disparo le impactó, porque tiempo después descubrieron que se trataba de una Arpía, tal como se le llama a una especie particular de águila, cuyo plumaje en la cabeza le da un aspecto extrañísimo.
Misterio en el Cívico
Pasó a fines de mayo de este año. Los empleados del Centro Cívico, sobre todo personal de limpieza y vigilancia, dijeron haber visto una mujer vestida íntegramente de blanco que entraba a los ascensores y desaparecía. Las cosas misteriosas en el edificio comenzaron a apilarse, hasta que alguien que trabaja allí se animó a filmar con su celular algo que atemorizaba: las pesadas puertas de entrada se abrían y cerraban solas, en plena noche, sin que hubiera siquiera una brisa que las empujara. Desde entonces, las recorridas nocturnas de los empleados de seguridad empezaron a ser hechas de a dos. Y una semana después, volvió la conmoción, cuando encontraron un paquete de velas negras y marrones junto a fotos destrozadas, producto de presuntos rituales de brujería.
