Buenos Aires, 10 de julio.- "Te damos gracias papa Francisco". Ese fue el estribillo de la canción que se escuchó cuando el Sumo Pontífice se acercó al penal de Palmasola, el más peligroso de Bolivia. Ingresó por uno de los pasillos del "pueblo prisión", como se lo conoce popularmente al penal, y recibió el afecto de los que se encontraban al costado del camino.
Tras recorrer varios metros en un pequeño automóvil, el pontífice se bajó del mismo y comenzó a caminar entre los reclusos, que lo esperaban con carteles y globos amarillos y blancos. Luego se trasladó hacia un patio interno, donde se encontraban cientos de presos junto a sus familiares, muchos de ellos pequeños, y los saludó uno a uno.
"No podía dejar Bolivia sin venir a verlos. Sin dejar de compartir la fe y la esperanza que nace del amor entregado en la cruz. Gracias por recibirme. Sé que se han preparado y rezado por mí", comenzó el pontífice.
"’¿Quien está ante ustedes?’, podrían preguntarse. El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y es así como me presento". También habló de la convivencia entre los reclusos. "Depende de ustedes", señaló. "Ayúdense entre ustedes. El demonio busca la pelea, la rivalidad. No le hagan el juego. Luchen por salir adelante unidos".
