Algunos reparan en sus pulseras y anillos de oro. Otros en su aspecto juvenil, pese a sus más de 60 años. Mientras que varios advierten su perfil bajo y su fama de mesurado, sus detractores le enrostran que jamás se le conocieron antecedentes sobre su trayectoria fabril.
Ligado a la figura del fallecido Lorenzo Miguel y al kirchnerismo, Antonio Caló es señalado como el sucesor de Hugo Moyano, como el futuro conductor de la CGT. Actual líder de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), Caló ha criticado el poder personalista que ejerce Moyano y ha afirmado no compartir el tono combativo de sus reclamos. Desde entonces, no hubo vuelta atrás en su relación con el camionero. Se cruzó de vereda y se ubicó entre los dirigentes que le suplicaron a Moyano trazar un acuerdo de paz con el Gobierno.
Fracturada la alianza entre Moyano y la presidenta Cristina Fernández, el Gobierno viene dando recientes señales de un acercamiento con Caló. En enero tuvo un encuentro junto con el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido. También con la ministra de Industria, Débora Giorgi.
‘El proyecto nacional tiene a sus mayores adherentes en el movimiento obrero, y Caló da muestras de ello‘. Esas palabras del vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, supusieron el gesto de apoyo más explícito del oficialismo.
Las versiones tomaron fuerza hasta que fue Caló mismo el que cristalizó sus intenciones de liderar la CGT. ‘No hay dirigente que no quiera ser secretario general. Así como puedo ser yo, también pueden ser Moyano o cualquier otro‘, reconoció el metalúrgico hace semanas.
Siempre asociado a la figura de Lorenzo Miguel, la historia de Caló no puede contarse separada de la del mítico líder de la UOM. Se conocieron a fines de los ’60 porque trabajaban en una planta de Pirelli en Mataderos. Miguel era 23 años mayor que Caló.
En 1972, después de ganar la conducción de la UOM, le ofreció un cargo de asesor en el gremio. Desde entonces, cada vez que Miguel ganó una elección, Caló ascendió. Fue jefe de Gremiales de la Capital Federal, estuvo de administrador en el Policlínico Central de los metalúrgicos, pasó después a la UOM nacional, se convirtió finalmente en secretario de Acción Social. A nadie sorprendió que tras la muerte del caudillo, Caló fuera considerado su sucesor natural al frente de la UOM.
Se define como un peronista de toda la vida: “En la época en que empecé como delegado de fábrica, antes que ser inteligente te pedían que fueras peronista”, reconoce el líder de la UOM.
Con Lorenzo Miguel no llegaban a irse de ‘vacaciones porque la diferencia de edad era mucha. Pero sí (eran) de ir a la quinta, a tomarnos un vermut y de ir a la cancha’, dijo Caló. Mientras Moyano aun no define explícitamente si se presentará a la reelección como líder de la CGT, la Presidenta le habría dicho que el próximo secretario general de la CGT tiene que ser Caló. De ese modo se va agigantando la distancia entre Cristina y Moyano (cuyo mandato termina en julio próximo), mientras se hace más común ver al mesurado Caló en actos oficiales.
Es que el líder de la UOM siempre tuvo una buena relación con el gobierno en general y con Néstor Kirchner en particular. Es un peronista ortodoxo y pragmático de la línea de Augusto Vandor, José Ignacio Rucci y Lorenzo Miguel, que fueron la columna vertebral de su gremio.
Propone diálogo permanente. Aunque lo votó como presidente, terminó detestando el neoliberalismo de Carlos Menem que condenó a su gremio a tener 50 mil afiliados (hoy llega a los 250.000). Pero algunos dirigentes de su gremio lo condicionaron a que si se va como jefe de la central sindical deberá abandonar su cargo de secretario general de la UOM.
