LISANDRO PEYRAN, DIARIO DE CUYO En un sábado afiebrado de fútbol, Huracán consiguió el milagro que esperaba River. Cuantas mandíbulas habrán quedado desencajadas al ver que el equipo que más títulos ganó en el fútbol argentino, sienta que el descenso golpea a sus puertas. Siete partidos sin conseguir un triunfo son un lastre grande para cualquiera. Lo sufre el equipo millonario que el miércoles a partir de las 21 en el barrio cordobés de Alberdi se medirá en el partido de ida con Belgrano, por una de las promociones, con el arbitraje de un hombre con experiencia internacional que será hoy designado. Los hinchas de River cruzaban los dedos por un gol, solo uno, de Quilmes, para no tener que pasar por este trance. Escuchaban por los auriculares o del parlantito de la radio que el arquero Ibañez, quien debutó en la categoría, se convertía en figura de Olimpo, ante los embates del equipo cervecero. Los minutos pasaban pero eso no ocurría. Tampoco que hiciera un gol más River, cuando todavía empataba 1 a 1 con Lanús, que llevara a forzar un desempate con el equipo de Bahía Blanca y también con Tigre. Pero los gritos de euforia se escucharon en otra cancha. En los hinchas que peor la habían pasado el sábado, luego de ver como su equipo perdía 5 a 1, ante un rival, Independiente, que tenía al cuarto arquero de su plantel en la cancha. Esos hinchas de Huracán, que hace dos años solamente estuvieron en la puerta de celebrar un título de campeón, ayer veían que volvían a la ‘B’ tras 4 temporadas. Hasta que Cellay, un ex Huracán, por segunda vez, marcaba contra Gimnasia y así le surgió una vida extra al equipo de Parque Patricios. Esa chance será o no aprovechada por el equipo de Pompei el miércoles ante Gimnasia. El que gane, celebrará porque, aunque quede en la misma posición de River, habrá zafado del descenso directo. La historia terminará por definir cual equipo de la A se mantendrá o si San Martín o Belgrano sean los que ríen al final.
