En acción. Alfonso Espejo improvisó un taller de trabajo en la casa que alquila en Pocito. Allí pasa la mayor parte del tiempo dando rienda suelta a su creatividad.

 

No le hizo falta mirar para dividir en tres y con total exactitud una delgada varilla de mimbre, pese a sus 80 años. Lo hizo mientras se lamentaba de que ya quedan pocos sanjuaninos que se dedican a la mimbrería. Este fue el motivo que lo llevó a buscar una alternativa para tratar de que este arte no se extinga. Decidió enseñarlo gratis si consigue que algún interesado done el material. Se trata de Don Alfonso Espejo, de Pocito, que continua confeccionando artesanías en mimbre aun luego de haber superado un ACV y un infarto.

Alfonso dijo que si no le falla la memoria hasta hace unos 20 años era común encontrar al menos un mimbrero en cada departamento, pero que de a poco fueron desapareciendo. ’Este es un arte que combina creatividad y diseño, que se aprende fácilmente y que deja ganancias. Creo que se está perdiendo porque faltan maestros que lo enseñen y porque cada vez hay materiales más diversos para hacer objetos artesanales y, a lo mejor, más fáciles de conseguir que el mimbre’, dijo el hombre mientras continuaba trabajando en una de las sillas del juego de comedor en mimbre que le encargó una mujer para su casamiento.

La mecedora de mimbre de su abuela, en la que todos sus familiares querían sentarse, marcó su vocación. Alfonso pasaba horas frente a esa silla tratando de descubrir cómo la hicieron. Tenía apenas 5 años cuando se animó a buscar quién le enseñara este arte. A esa edad hizo su primera obra, aunque con algunas imperfecciones. ’El hombre que me enseñaba me encargó una silla para niño y le hice el respaldo de atrás para adelante. Ahora me da risa cuando me acuerdo, pero en ese momento lo tomé como un fracaso y dediqué más horas a aprender’, dijo el hombre.

Alfonso describió al mimbre como un material ’noble’ que ’hasta un niño puede manejar’. Dijo que por esta característica es fácil aprender el arte de la mimbrería, sin que la edad sea un condicionante. ’Con ayuda del municipio de Pocito di algunas clases gratis en centros de jubilados y los abuelos se entusiasmaron mucho. De ahí me nació la idea de seguir enseñando gratis para que este arte no muera. Pero no puedo hacerlo solo. Si los municipios, Desarrollo Humano o alguna empresa pone el material yo doy las clases sin importar el día o la hora. Es que la mimbrería es la pasión de mi vida’, dijo.

Para mí la mimbrearía es como una fuente de vida y que sólo cuando Dios diga basta la dejaré de practicar.

Alfonso Espejo – Artesano mimbrero

Hace 19 años Alfonso sufrió un ACV. Cuando le dieron el alta y regresó a su casa lo primero que hizo fue entrar a su taller de trabajo para poner a prueba su estado. Tomó una tijera para intentar cortar una varilla de mimbre. Lo pudo hacer y supo que sólo ’la muerte’ lo apartaría de su vocación.