Los muebles de exterior, sillas, mesas, sofás, tumbonas o parasoles, varían en función del material con el que están hechos. Aunque todos están preparados para la intemperie, es muy recomendable protegerlos del clima cuando no los estemos usando, especialmente en otoño-invierno.

Dependiendo del material en el que estén fabricados tendrán una resistencia mayor o menor al exterior. Según el material que lo componen, será la forma de conservarlos.

Rattán natural: Es el material más delicado, sensible al agua y a los factores ambientales. Por ello no debe estar expuesto a la lluvia ni al sol directo, siendo recomendable que esté colocado bajo techo. Cuando queramos recogerlo tendremos que retirarlo a un lugar cerrado y seco. Es preferible cubrirlo con una funda protectora o lona plástica, sobre todo si no podemos garantizar que se mantendrá limpio y seco.

Madera: Se recomienda guardarlos en un lugar cerrado y seco, preferiblemente cubierto con una funda protectora o lona plástica, dejando que transpire.

Rattán sintético: Este es más resistente, pero se aconseja cubrirlo con una funda para protegerlo cuando no vayamos a utilizarlo. Para periodos de larga duración, lo más recomendable es guardarlo dentro de casa.

Resina, aluminio y acero: Si se van a utilizar en el exterior en forma constante, se deben tapar con una funda protectora. En el acero, con el tiempo, pueden aparecer manchas de óxido si se almacena en el exterior, sobre todo en zonas costeras.

* Los toldos de parasoles y pérgolas, así como los cojines de sillas y sillones, tendremos que guardarlos siempre en un lugar cerrado y seco.