La vida de las personas que trabajan en emergencias se ve marcada por distintas situaciones. Según explicó Toia, la más difícil que le tocó atravesar fue en 1995, cuando a sus 21 años de edad, explotó la Fábrica Militar de Río Tercero. “Cuando íbamos con mi hermano para el cuartel, la onda expansiva de las explosiones nos tiraba de la bicicleta”. El brigadista recordó que una vez en el lugar comenzó a asistir a muchas personas que llegaban con grandes cortes en la cabeza y espalda por las esquirlas que caían del cielo. “La situación era caótica. Un médico amigo me pidió que comenzara a suturar y trabajamos conjuntamente en la ambulancia. Jamás en mi vida suturé a tantas personas en tan poco tiempo. Con un mismo hilo suturaba a 3 o 4 personas. Fue una experiencia única, recuerdo que mi madre se acercaba al cuartel a dejarnos ropa limpia y comida a mi y a mi hermano ya que por 7 días no pudimos regresar a casa debido a que continuaban las explosiones por todos lados”.
