En este mes netamente sanmartiniano podemos decir con un concepto absoluto que José de San Martín es el primer montañés de América. Antes que ninguno, el Gran capitán estudio palmo a palmo la complicada orografía del macizo andino. Analizó los senderos que tajan el sistema cordillerano y reconoció los valles, portezuelos y boquetes por donde iría su ejercito. Pequeño pero bien disciplinado, sembrando a los rumbos del nuevo continente la palabra de la libertad.
Con la preparación del cruce de la cordillera no se puede negar que San Martín estaba muy bien documentado en obras de innegables importancia, que completó con sus exploraciones personales, con los reconocimientos. Esto se debe que el futuro libertador conocía los informes y derroteros de José del Cerro y Zamudio (Viaje de Buenos Aires a Talca, 18030/4), José Barrios (exploración de los boquetes de Ancoa, Achigueno y Aliceo, 1803/4). Luis de la Cruz (Viaje de Vallenar a Buenos Aires, 1806), y José Sourriere de Sevillac (viaje de Buenos Aires a Talca).
Empero no solo fundamentó su meduloso estudio del terreno en la exhaustiva consideración de tales datos bibliográficos, pues no es posible obtener un eficaz desarrollo de las actividades militares si el conductor no posee un conocimiento personal del teatro de operaciones y específicamente de su topografía.
Finalmente San Martín echó mano a un cuarto factor, bibliografía consultada, inspecciones personales y avezados topógrafos dejaban, sin embargo un importante vacío: la posesión exacta del detalle, el conocimiento perfecto del obstáculo y del mínimo accidente. Y eso fue asimismo posible gracias a los anónimos trabajos del baqueano.
Decimos que San Martín es el primer montañés de América por que ha vencido los adversos fenómenos de la geografía cordillerana. Clima desértico, de escasa humedad, calor ardiente en el día, frío agobiador en la noche. Suelo de piedra, huellas que faldean montañas de pavimento precipitoso, terrenos desplomados, rocas deshechas.
Aproximadamente 6.300 mulas y 1.100 caballos quedan en el camino como tributo al colosal esfuerzo. Ese solo dato serviría para formarse la cabal idea del supremo sacrificio que afrontaron los soldados de la libertad.
El oxígeno insuficiente de las grandes altitudes soportadas por los hombres no entrenados para tan pesado ejercicio. Muchos eran rudos pastores de las llanuras pampeanas, el frío lacerante de los portezuelos altos, generalmente inferior a cero grado centígrado y la permanente hostilidad del viento. Señor de las alturas han abatidos a algunos soldados: nombres anónimos, perdidos en el vasto silencio de la piedra y la nieve. La puna atacó a la mayor parte del ejército, escribe San Martín de cuyos resultados perecieron varios soldados, como igualmente por el intenso frío.
Con el propósito de valorar la dimensión histórica del Libertador en este aspecto de su múltiple personalidad comparando el cruce de San Martín con el Libertador Simón Bolívar que cruzó los Andes en los macizos ecuatoriales podemos decir que Bolívar, el libertador del norte, aunque realizó una verdadera proeza de arrojo, no puede considerarse como conductor de un ejército organizado en el sector de los Andes colombianos.
San Martín atravesó cuatro cordones, por sendas de hasta 50 centímetros de huella y mas de 500 km. de longitud, pasó por alturas de 4.500 metros sobre el nivel del mar. Y los efectivos totales de su empresa fueron del orden de 5.300 hombres, 9.200 mulas y 1.600 caballos.
La campaña de los Andes a la luz de las doctrina de las guerras modernas, sorteando consecutivamente todos los altos pasos cordilleranos de la exacta tónica de la minuciosa organización que demandó seguramente la empresa. Atado a un escenario de tan peculiares características, sólo un genio revolucionario como el suyo pudo concebir, montar y ejecutar su vasto plan.
Sortear un cuádruple cordón (precordillera, Tigre, Espinacito y cordillera del Límite); superar la inhóspita topografía del terreno, marchar entre laderas de típicas montañas, desplazar su interminable columna por huellas de una sola herradura. Cruzar con hombres animales y artillería y bagajes por grandes rutas empinadas, pedregales hostiles con ríos y lechos de arroyos secos y caer finalmente al mismo tiempo por seis rutas distintas al corazón mismo del territorio español.
También fue el creador en América de la artillería de montaña y demoró 17 días en su empresa.
Esta más que claro que su genio montañés no tuvo límites.
(*) Profesor de Historia. Miembro de la Junta de Estudios Históricos de San Juan.
