El cálculo que hacen las Naciones Unidas es claro ya que en 1990 el 46 por ciento de las personas vivía en los países desarrollados con 1,25 dólares diarios y en 2005 ese sector poblacional pasó a un 27%, de acuerdo al estudio que acaba de publicarse.
Esas personas sobreviven -ese es el término utilizado por el organismo- en tanto se calcula que en 2015 va a caer al 15% la población afectada, por el efecto del progreso alcanzado en China, Asia del Sur y Asia del Este. Para la ONU la crisis económica, que empezó en 2008 en Europa y Estados Unidos, "ha disminuido el crecimiento en los países en desarrollo”, pero este crecimiento es "lo suficientemente fuerte para sostener los esfuerzos de reducción de la pobreza” y mantiene así la previsión de llegar al 15% de aquí a 2015.
Si aplicamos estos guarismos a la Argentina, la pobreza sería vivir con 4,94 pesos por día lo cual alcanza para comer con elementos básicos restringidos como la harina de maíz, por ejemplo. Esto es moralmente inaceptable, mucho más sabiendo que la pobreza aumentó en la Argentina en los últimos seis años, de allí la frecuencia de planes de ayuda que, si no tienen una contraparte de trabajo, no son positivos.
El poder económico se concentra en los países desarrollados, Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Reino Unido, Francia, Italia y España, en ese orden descendente. El caso de la Argentina es único y preocupante ya que con su producción básica podría alimentar a 3.500.000 personas marginadas, pero debe haber una dicotomía entre la producción, distribución y colocación de alimentos. Si bien los argentinos se quejan por el alza en los costos de productos alimenticios, estos elementos siguen al alcance de la mayoría.
Las cosechas continúan creciendo, aunque esporádicamente hay algunas sequías o inundaciones, pero en general la calidad agroalimentaria brindada por esta tierra, gracias al clima propicio, debería proveer el alimento requerido por los que ahora viven en la indigencia.
Pero lo importante es que el informe puntual de la situación mundial, reflejado en el mejoramiento anunciado por las Naciones Unidas, es realmente una buena noticia para los más necesitados, porque tiende a cerrar la brecha entre los que más tienen y aquellos absolutamente desprotegidos. Y lo mejor es que cuando un problema empieza a solucionarse mundialmente el beneficio llega indefectiblemente a todos los países involucrados.
