Allá en Pocito, entre durazneros y almendros en flor, con la vista a la montaña, a la alameda y a los alfalfares bañados por el sol, se gesta una obra de arte que va a dar que hablar. Se trata de un mural de dos metros de alto por ocho de largo, dividido en cuatro bastidores, donde cuatro pintores argentinos de amplia trayectoria, plasman -sin intenciones figurativas- sus propios mundos y también ponen su pincelada en los de los demás. Uno de esos pintores, el anfitrión -en todo sentido- es Mario Pérez. En su cálida finca pocitana, este sanjuanino cuyas creaciones trascendieron los límites del país, trabaja a pincel batiente junto al bonaerense Jorge González Perrín, el porteño Carlos Arnaiz y el tucumano Enrique Salvatierra. El objetivo es que el mural quede listo para firmarlo y exhibirlo mañana en el Auditorio Juan Victoria, minutos antes del mediodía, cuando tendrá lugar el cierre del III Congreso Nacional de Cultura, en el marco del cual será obsequiado al Gobierno de la Provincia.
Pero antes de eso, también esta noche, en el stand que posee el CFI en la Feria del Encuentro (en el Predio Ferial) -el Consejo Federal de Inversión patrocina este proyecto-, el público podrá apreciar el video que va registrando todo el proceso.
Aún sin título y plagado de color, el mural ensambla las interioridades personales.
"Siempre arrancás con algo muy general, con cosas amplias, pero inevitablemente cada uno cae en su mundo, que al final terminan confluyendo", reflexionan.
Luego de los bocetos de color, los pintores eligieron la parte que querían trabajar y se pusieron mano a la obra. Pero una vez redondeado su espacio, también se dieron el permiso de intervenir los ajenos.
"La verdad es que la pasamos muy bien, es una experiencia nueva, se trabaja con muy buena onda y con mucho respeto por el otro", dice Pérez, que no conocía personalmente a estos colegas, propuestos por el Consejo. Pero asegura que el ritmo intensivo de trabajo que llevan en la galería de la casona desde el miércoles pasado -cuando comenzaron a dibujar y luego a plasmar las primeras pinceladas de acrílico- ha permitido no sólo una comunión artística, sino también personal. Juntos desde las 9 de la mañana hasta que se pone el sol, y entre color y color, no falta el mate, un rico asado o unas empanadas con un buen vino sanjuanino de camaradería, que esperan listos para ser degustados en alguna pausa. Y allí el dueño de casa también aprovecha para hablar de las bondades del sirah local, por ejemplo.
Claro que la charla está siempre dispuesta, y aunque puede disparar por distintos caminos, el arte es el tópico principal.
"Es que son gente que ha viajado mucho, conocen mucho, y entonces siempre es muy interesante escucharlos y hablar con ellos", explica Mario, que -si el tiempo lo permite, los guiará a la Difunta Correa, una de las musas del maestro Antonio Berni, que los visitantes quieren conocer.
El domingo sobre el mediodía, cuando los cuatro artistas entreguen el mural, el encuentro habrá terminado. Pero no los lazos que se crearon al abrigo del arte. De hecho, ya prometieron volver, para disfrutar del paisaje y la calidez sanjuaninos.
