Cuentan que Roggeveen avistó la isla, que no aparecía en sus mapas de navegación, el domingo 5 de abril de 1722 y como ese día era domingo de Pascua de Resurrección, bautizó al lugar con el nombre ‘Paasch Eyland” que traducido pasó a ser Isla de Pascua. El expedicionario holandés sólo consiguió estar un día en tierra a causa de los fuertes vientos y, dado que encontró pocas posibilidades de aprovisionamiento, partió con rumbo a Tahití, continuando su mítica búsqueda de la ‘Terra Australis” o el legendario continente del Hemisferio Sur que, según las creencias de la época, ‘equilibraba las tierras del Hemisferio Norte”.
Pasaron casi cincuenta años hasta que llegaron a la Isla de Pascua nuevos visitantes, esta vez, en barcos europeos. Es por eso que a la isla también le dieron el nombre de Isla de San Carlos ya que el navegante español Felipe González Ahedo, la denominó así en honor al rey Carlos III de España. Sin embargo, dicho nombre cayó en desuso con los años y prevaleció el original.