Tanto Ralph Macchio como el fallecido Pat Morita -que nunca practicó artes marciales formalmente y usó un doble, Fumio Demura- le deben mucho a Karate Kid. La película que vio la luz en 1984 y se prolongó en tres secuelas, catapultó sus nombres (a decir verdad, poco más trascendieron luego de ella). Pero también están en deuda con este ícono ochentoso el consagrado Jackie Chan y sobre todo el casi ignoto Jaden Smith (que tal vez recién ahora pueda despegarse el rótulo de "el hijo de Will", con quien trabajó en En busca de la felicidad). ¿Por qué? Porque es el debido furor que generó el film y al buen recuerdo que dejó, que ambos fueron convocados para protagonizar la remake, que con idéntico nombre mañana estrena en todo el país, incluido el Holiday Cinemas.
Dirigido por Harald Zwart, la esencia no tiene demasiadas vueltas de tuerca y las diferencias están marcadas por las nacionalidades de los protagonistas y el escenario: los maravillosos paisajes de China. Ya no se trata de Daniel, el muchacho ítaloamericano que llegaba a California y se encontraba con el Señor Miyagi, el maestro japonés. Ahora, el discípulo es un afroamericano que se instala en China, por razones de trabajo de su madre. Dre Parker (Smith) no está feliz, mucho menos cuando -tras enamorarse de una compañera, que le corresponde- es humillado por el matoncito de turno, Cheng, hábil en las artes marciales. Allí intervendrá el señor Han (Chan) con quien comenzará a entrenar su cuerpo -ya no encerando, sino poniéndose y quitándose la chaqueta- y también su mente.
