Aún no habían llenado las copas con las bebidas gaseosas y los platos de los comestibles de la picada estaban intactos, cuando Simmons perforó el ingoal argentino. No fue el inicio esperado por el grupo de amigos que se reunió en el domicilio de Guillermo Quevedo para observar la semifinal del Mundial.
Ellos como ningún argentino imaginaban recibir ese baldazo de agua fría al minuto de juego.
Cumpliendo a rajatabla con las cábalas que tuvieron en el partido de cuartos, contra Irlanda, al domicilio particular del presidente de la Unión Sanjuanina de Rugby (USR), llegaron Patricio Videla (coordinador de infantiles de la Unión); Guillermo Miodovsky (entrenador del seleccionado M-19), Héctor “Vaca” Gómez (director del Plan de Desarrollo), Juan Cruz Miodovsky (jugador de la Selección M-17) y Luis Monopolis (entrenador de la selección Sub-14).
Una bandera colgada al barral de la cortina y varias camisetas de Los Pumas, ornamentaban el ambiente. El try que tomó dormido al seleccionado los sorprendió, pero no los desalentó.
“Como pescan ellos”, fue uno de los comentarios más coincidentes, referidas a la capacidad de robo de los australianos.
El partido transcurría y aun cuando algunos fallos del árbitro no los conformaban, sus comentarios siempre fueron esperanzados con respecto al rendimiento de Los Pumas.
Quevedo destacó el promedio de edad del conjunto dirigido por Daniel Hourcade, “25 años, es el cuarto más bajo”, poniendo fichas al futuro deportivo. Videla y Gómez, fueron los más expresivos con los fallos del árbitro en algunas jugadas.
La amargura inicial, producto del 3-14, cuando recién iban 10 minutos de juego, trastocó en aplausos y aliento en los momentos que Los Pumas se acercaban a los palos rivales, especialmente al final de la etapa inicial y en los últimos pasajes del partido.
El “olé, olé olé, Pumas, Pumas…” retumbó un par de veces en el departamento. Los nervios crecían en similar tendencia que las expectativas. El try que ponía a Los Pumas en partido no llegaba y cuando ya era inevitable la derrota se reconoció la supremacía australiana, aunque no se dejó pasar el hecho de que “ellos han jugado un partido casi perfecto” (Quevedo) y “a nosotros nos faltó algo de suerte porque no nos favorecían ni los rebotes de la pelota” (Gómez).
Cada uno de ellos, integrados a los planes de proyección de rugby sanjuanino, vieron la parte medio llena del vaso. Su tristeza trastocó en optimismo, coincidiendo en su conformismo con Los Pumas que juegan de igual a igual con las potencias del rugby mundial y que tienen un gran margen para seguir creciendo como equipo.
