Le quedó chico el altar a la Virgen de la Dulce Espera con tantos símbolos de promesas y agradecimientos: hay escarpines, batitas o camisetas talle BB, todo en paquetes o envueltos en papeles de regalo. En una pequeña hendija de la Quebrada Nacif Weiss, en el departamento San Martín, está entronizada la imagen de la Virgen María embarazada, refugio de las futuras madres o de las que ansían serlo. La gruta que penetra en el cerro es tan chica que no entran más de cinco personas, pero se debe a que el sitio originalmente fue un horno de cal, reciclado para recibir a la Virgen.
El horno perteneció a Fortunato y José Nacif Weiss y funcionó desde 1954 a 1992, aunque con diferentes dueños. El último de ellos fue Luis, sobrino de Fotunato y José, quien tras dejar la provincia por razones de trabajo, dejó inactivo el lugar. Años después, una vecina de uno de los barrios cercanos a la quebrada, Laura Jofré, se cruzó con él y le pidió el horno de cal en desuso, para entronizar una imagen de la Virgen de la Dulce Espera. Y Nacif Weiss aceptó.
Entonces Laura se encargó de contactar a la artesana Matilde Salinas para que hiciera la imagen de la Virgen tal como ella decía haberla visto: embarazada, con vestido rosado y manto celeste. Arreglaron los primeros metros del horno, desde su entrada, lo pintaron de blanco y le colocaron una puerta de doble hoja. Después Laura consiguió el permiso de la Iglesia para entronizar la imagen en la quebrada y el 4 de julio de 2010, con la presencia del sacerdote José Ortega y de monseñor Alfonso Delgado, la Virgen de la Dulce Espera fue colocada en su nueva casa.
Desde entonces, la gruta es visitada por mujeres embarazadas y por madres que van a pedirle o agradecerle por la salud de sus hijos. En tanto, dado que el espacio del santuario es muy limitado, Nacif Weiss y las devotas de la Virgen se ilusionan con la posibilidad de ampliar el lugar y hasta, incluso, de colocar la imagen en lo más alto del viejo horno, con ascensor incluido.
