La reciente reforma sobre los procesos de tramitación de las nulidades matrimoniales “no es un divorcio” porque “el matrimonio es indisoluble”, aclaró ayer el papa Francisco al mencionar casos de “matrimonios de apuro”.
Eso explicó el pontífice a medios internacionales, en el marco de una conferencia de prensa a bordo del avión que lo regresó a Roma desde EEUU. “Se puede decir que aquellos que piensan en el ’divorcio católico’ se equivocan porque este último documento ha cerrado la puerta al divorcio que podía entrar por la vía administrativa”, agregó el Papa sobre esa reforma anunciada el pasado 8 de septiembre.
Esa reforma anunciada por el Papa consiste en dos motu proprio (documentos papales) con los que Francisco ha reformado el proceso de nulidad matrimonial en el código de derecho canónico y el código de los cánones de las Iglesias Orientales y que entrarán en vigor el 8 de diciembre. Una de las grandes novedades es que se instituye un “proceso breve” para conseguir la nulidad con la condición de que los dos cónyuges estén de acuerdo y que las condiciones para ello sean evidentes.
“Los procesos legales son para probar que eso que parecía sacramento no lo era, por falta de libertad, por ejemplo, por falta de madurez, enfermedad mental. Son muchos los motivos (para buscar una nulidad matrimonial). Un ejemplo en Buenos Aires: los matrimonios cuando la novia quedaba embarazada y tenía que casarse. Yo aconsejaba, casi prohibía, hacer el matrimonio en estas condiciones. Nosotros los llamamos los matrimonios de apuro”, recordó.
“Hacía falta reducir los procesos. Había procesos que duraban diez, quince años”, justificó Francisco al explicar su decisión de simplificar los trámites para obtener la nulidad de un matrimonio celebrado por la Iglesia.
“Una sentencia, y luego otra sentencia, y una apelación y otra apelación, y no se terminaba nunca. La doble sentencia, cuando era válida, fue introducida por Benedicto XIV, porque en centroeuropa, no digo el país, había algunos abusos, y para pararlos él introdujo la doble sentencia”, dijo Jorge Bergoglio. “Pero no es una cosa esencial al proceso. Este documento, este motu proprio, facilita los procesos en el tiempo, pero no es un divorcio”, zanjó. “El matrimonio es indisoluble cuando es sacramento, y esto la Iglesia no lo puede cambiar”, insistió.
Por otro lado, dijo que no se considera una “estrella” a pesar de las multitudes que lo aclamaron, sino sólo un “siervo de los siervos de Dios”.
