Anduvo fugado casi la mitad de la carrera

La versión de ayer de Luciano Montivero fue lo más parecida a la de aquel ciclista sufrido que, más por méritos propios, consiguió victorias importantes. Clavó a todos en pleno ascenso, se quedó con las dos metas de montaña y viajó en soledad desde el kilómetro 82 hasta el 163, aproximadamente (81 km) de una carrera que tuvo 170 como referencial final.
Subió como una locomotora, apoyado en su pedaleo constante y sólido. Bajó como un avión, con toda la carga y cortando muy bien las curvas. Por momentos los velocímetros de las movilidades marcaban 85 a 90 kilómetros horarios. A esa velocidad, posiblemente un poco mayor o un poco menor, “volaba” El Pato.
En varias ocasiones paró los pedales y se hizo una bolita para ofrecer menos resistencia al viento y, con esa figura aerodinámica ganar segundos.
Su tremendo esfuerzo le puso emoción a una carrera que, por sus características suele desarrollarse bajo un trámite de mucho control y recién explota en los últimos diez kilómetros.
Ayer, con la intentona de Montivero, la prueba tuvo tema de relato durante más de la mitad su trayecto y, como suele ocurrir siempre, se definió entrando al valle calingastino.