Un ponchito de abrigo, un lacito en la mano, un pequeño sombrero y una botella con agua. Estos eran los únicos elementos que utilizó Jacinto Rojas, cuando con tan sólo 8 años de edad tuvo que sobrevivir durante 16 días y 16 noches solo en la alta cordillera, ya que su padre había muerto durante la misma travesía que habían iniciado en Chile hasta terminar en San Juan.
El pequeño Jacinto estuvo caminando desde las inmediaciones de donde actualmente se encuentra la mina Veladero hasta las proximidades de la Reserva San Guillermo, donde finalmente fue encontrado y rescatado por baqueanos de la zona.
La historia cuenta que el pequeño venía a lomo de mula con su padre desde el vecino país trasandino a trabajar en las minas del distrito minero de Las Carachas. Sin embargo, mucho antes de arribar a destino su padre comenzó a sentirse mal. Esto los llevó a buscar refugio bajo unas rocas cerca de la zona de Taguas. Tras un par de noches en agonía, el padre del pequeño Jacinto falleció. Pero justo antes le había pedido a su hijo que siguiera caminando y buscara llegar a algún poblado que lo ayudara. El niño, encontrándose solo en medio de la alta cordillera sanjuanina, emprendió su rumbo para localizar a alguien que pudiera asistirlo.
Luego de subir y bajar quebradas, y luego de más de dos semanas caminando, el pequeño chileno decidió cruzar un río para poder llegar a otro valle. El cansancio, la mala alimentación y la tristeza de Jacinto lo llevaron a cruzar sin pensar en las consecuencias. La corriente lo arrastró varios metros hasta que pudo sostenerse de una rama para salir del agua. Con su poncho mojado y habiendo perdido un zapato, Jacinto siguió caminando hasta que su cuerpo le dijo basta. Se recostó dentro de un tronco vacío a la vera de una huella.
“Es una historia totalmente verídica. Mi padre lo rescató cerca de San Guillermo. El pequeñito sobrevivió comiendo huevos que le robaba a distintas aves. Comiendo berros de los las orillas de los ríos y bebiendo agua de la botellita, a la cual le agregaba algarrobas, lo que le deba fuerzas para seguir”, explicó José Rodríguez, ex baqueano de la Reserva San Guillermo.
“El había decidido quedarse ahí, no caminar más. Estaba exhausto y totalmente asustado. Pasó dos días dentro del árbol hueco, hasta que mi padre pasó por ahí y lo rescató. Venían siguiendo unas huellitas que se perdían en el camino”, recordó Rodríguez.
Oriundo de la zona de Huasco en Chile, el pequeño Jacinto nunca había transitado solo las estrelladas noches de la alta cordillera sanjuanina. Era la primavera y por ello las noches se hacían más soportables con el frío. Aunque “El Chilenito” (como lo llamó la familia que lo hospedó en San Guillermo tres meses luego de ser rescatado) siempre buscaba un lugar entre las rocas para taparse con su poncho y sobrellevar la noche.
“Transitar en esta zona a más de 4.000 metros de altura, solo, con 8 años y en noches donde hace mucho frío más allá de que fuese primavera, es algo bastante difícil de creer. Pero Jacinto lo hizo. Lamentablemente perdimos relación con él con los años. Luego de un tiempo no quería irse de la casa de mis padres. Pero Gendarmería y Policía de San Juan finalmente lo llevaron de nuevo a Chile”, contó Rodríguez. Y agregó: “Lo último que supimos de él hace muchos años es que se encontraba bien, que había estudiado y todo. Ojalá algún día podamos reencontrarnos. Fue una historia muy importante para mi familia”.
