Con más entusiasmo que destreza, Anthony Reyes, de Nueva York, se lució zapateando un gato cuyano primero y sonriendo a su compañera después, mientras unían pañuelos celestes y blancos en el baile del pericón. Es que él fue uno de los seis chicos extranjeros (cinco estadounidenses y una neocelandesa) que participaron de una experiencia de intercambio con alumnos de la Escuela de Formación Laboral Alfredo Fortabat, para chicos especiales.

Como homenaje y despedida, los visitantes quisieron festejar el 9 de Julio ofreciendo algo de lo que habían aprendido y por eso, bailaron danzas tradicionales argentinas que según explicaron "son muy diferentes a las nuestras". Tomando a Paige (otra de las visitantes) de las manos, Anthony mostró con rápidos movimientos las danzas del lugar de donde vienen. "Es difícil el zapateo", se justificó ante las risas de sus compañeras de baile.

Preparados y sonrientes, se intercalaron con alumnos de la Escuela Fortabat sin dejar de atender las indicaciones de la profesora que los guiaba y que hacía amplios gestos para que la entendieran los visitantes, ya que sólo uno de ellos hablaba castellano. "Igual nos entendemos por señas", balbuceó Nicole, que lucía vestida de paisana al igual que Laura y Molly, las otras chicas del grupo. Para vestirse, recibieron asesoramiento de las profesoras, que también les enseñaron a mover las polleras con gracia "como hacen las argentinas", según dijeron.

La fiesta terminó con aplausos y sopaipillas, otra tradición que los chicos aprendieron en la Argentina y de la que confesaron haberse hecho fanáticos.