El pasado glorioso le está pasando una factura muy alta a Boca Juniors. El club que tuvo un periodo de incontables éxitos a partir de la mitad de 1998, cuando asumió justamente por primera vez como DT Carlos Bianchi, atraviesa hoy una crisis que se alimenta justamente por el mito de sus últimos héroes. Bianchi no pudo reinventarse como manager, porque su imagen inmaculada en Boca es la de técnico, y por eso ayer vivió su último partido en esa función. Los que estuvieron en el cargo de DT bajo el ala de Bianchi, Ischia y Basile, no pudieron cumplir sus contratos. Estaban acosados automáticamente cuando los resultados no aparecían por ese "clamor’ de una vuelta que todos querían, menos el propio Bianchi. ¿Por qué no quería volver Bianchi? Una de las suposiciones con más adeptos es que en el plantel de Boca ocurre algo similar. Hay que renovar el plantel y eso implica pasar a retiro a verdaderas leyendas vivientes. ¿Y quién le pone el cascabel al gato? Aunque no sean todos, en las campañas del año pasado quedó demostrado que ya no pueden remar juntos Palermo, Riquelme, Ibarra, Abbondanzieri y Battaglia. El propio Bianchi tenía una opinión: renovar en junio el contrato a Riquelme y a Battaglia, el resto…
Pero tampoco hay garantías que los que vengan en lugar de estos ídolos, puedan hacer mejor las cosas. Hace rato que el mercado argentino de fútbol se dedica a exportar a sus mejores exponentes al fútbol extranjero. Boca (y River) ya no es una vidriera necesaria para jerarquizar el pase de una buena promesa.
Ese reciente glorioso pasado sigue siendo el arcón donde los dirigentes buscan alguna solución. Ahora se trata de traer a Cagna o Barros Schelotto, otros dos ex jugadores que bebieron de las mejores mieles del éxito en el club. La apuesta es ver si en sus nuevas funciones, pueden alcanzar nuevas alegrías.
