Un caso de mala praxis médica conmueve a los españoles: Un recién nacido murió en uno de los mejores hospitales de España, el Gregorio Marañón. En un país con atención sanitaria avanzada, es muy difícil asumir que una enfermera confunda una vía intravenosa con una sonda nasogástrica.

El fallecimiento del niño sobresaltó doblemente a la sociedad ya que era tristemente conocido por las circunstancias de su nacimiento. Su madre, de origen marroquí, ingresó embarazada al hospital y le fue detectado el virus A H1N1. Ante la gravedad de la paciente, los médicos le provocaron el parto y nació Rayan, sietemesino, un día antes que su madre se convirtiera en la primera víctima mortal de la gripe A en España. El bebé evolucionaba bien, libre del virus, hasta que hace unos días el director del hospital informó que un error médico le había producido el deceso. El centro asumió la responsabilidad humana, profesional y patrimonial, ya que la negligencia no tiene excusa: la enfermera de guardia se equivocó al alimentar al bebé.

Lo sucedido plantea la necesidad de que en todo el mundo la práctica y gestión de la medicina sea vigilada, medida y apreciada en justa correspondencia con el peso social que tiene. La conocida revista "The Economist" sacó a luz un hecho de tenebrosa gravedad: en el hospital británico "Bristol Royal Infirmary", más de 90 niños intervenidos en cirugía cardíaca en un período de diez años, fallecieron o sufrieron lesiones. El índice de mortalidad en el citado hospital era dos veces superior al de otras clínicas de Gran Bretaña, sin que por ello los responsables tomaran la decisión de paralizar las intervenciones. El fracaso, señala el informe del Departamento de Salud, es imputable en mayor medida a la filosofía médica y de gestión del Nacional Health Service (Servicio Nacional de Salud) que a las actuaciones individuales. Esto no implica olvidar las miles de intervenciones quirúrgicas y tratamientos médicos que se llevan a cabo exitosamente. También es cierto que la asistencia sanitaria en el mundo, y en nuestro país de modo especial, se ha visto sustraída de las reglas de eficiencia, efectividad y verdad. Es decir, de la transparencia propia en una sociedad que debe ser informada sin ambigüedades y sin mentir.

El caso más reciente entre nosotros, es respecto a la actual pandemia. El Ministerio de Salud de la Nación informa en su portal que, hasta el martes, la cifra oficial de muertos por el virus de la gripe A se ubica en 94. Sin embargo, según lo informado por autoridades sanitarias de las provincias, las víctimas ya serían 145.