"Si te vas, te olvidas del lugar donde has nacido, respeta el lugar que estás pisando" le dijo su padre, cuando Vicente Juan Genovese decidió irse a México en los años 60 a perfeccionarse en las artes plásticas. Tenía 40 años, era docente en esa época y ya había sido vocal de la tercera comisión que administraba el viejo Museo de Bellas Artes Franklin Rawson.

Y Genovese honró el consejo de su padre, porque se instaló en el país azteca hace 50 años sin nostalgias, pero por su modo de hablar parecería que nunca dejó San Juan. "Siempre me dicen que no se me fue la tonada, no sé por qué. Será que nunca me gustó imitar a nadie y hay gente que imita modos de hablar", dice Genovese en la entrevista que brindó a DIARIO DE CUYO, durante su estadía en la provincia.

Porque el pintor vuelve esporádicamente, y esta vez además de visitar a la familia que tiene aquí, llegó para ser homenajeado por la Asociación Benefactora del Museo Franklin Rawson, como el último integrante vivo de la comisión que administraba el museo en 1955. Fue con acto en el Biblioteca Sarmiento Legislador y el escritor Carlos Quinteros hizo una reseña de aquella época.

"Fue un lindo homenaje, no me lo esperaba", comentó el artista de 95 años durante una charla que mantuvo con este diario, sentado en el living de la casa de su hija- donde él vivió antes de emigrar- para contar por primera vez, algunos aspectos de su vida.

El hombre que se considera a sí mismo como "uno de los últimos" de una generación de pintores, fue contemporáneo de otras figuras locales importantes de la pintura como Alberto Bruzzone, Julián Tornambé y Alberto Paredes de quien además era pariente. "La esposa de mi señora es hermana de la de Paredes", explicó Genovese pero prefiere no enumerar a otros pintores de la época, a aquellos con los que compartió en algún momento el mismo círculo. "No viene al caso nombrarlos", dice, cambiando de tema, sin querer ahondar en esos recuerdos. Fueron algunas desaveniencias con sus colegas lo que llevó a Genovese a buscar un nuevo camino.

"México a mí no me llamó. Yo fui a México a terminar mis estudios y sin tener nada planeado, trabajé allá. Porque después de un tiempo regresé a San Juan para enseñar todo lo que había aprendido, pero me habían dejado cesante en la escuela donde daba clases, y me dijeron que excedía la edad para trabajar. Tenía 43 años, así que volví a México y me estaban buscando para volver a dar clases. Cinco meses después, mis hijas ya estaban casadas, mi esposa se fue conmigo", cuenta Vicente, padre de Estela y Mirtha, que le dieron tres nietos cada una y tiene 10 bisnietos.

Actualmente Genovese, vive junto a su esposa Aurora en Cuernavaca, capital del estado de Morelos, a unos 85 kilómetros del DF mexicano. Aunque no siempre vivió allí, porque mientras fue docente en la Escuela Nacional de Preparatoria Nº6, que depende de la Universidad Autónoma de México, vivió "en el centro, 35 años en el DF" lo que no lo ayudaba a la hora de pintar paisajes. Los pueblos originarios también lo inspiraron para sus coloridas creaciones.

Con más de 50 exposiciones individuales, dos libros publicados y uno en proceso, Genovese continúa pintando, vital y con con buena salud, "lo único que me afecta es la visión, ya a esta edad uno la va perdiendo" dice el artista. "Yo tengo la mente fresca, si no pinto más es porque no hay donde poner la obra",comentó riendo el pintor que recordó luego como comenzó a dibujar. "En la escuela, en el Colegio Nacional, las chicas seguían a un muchacho que dibujaba y yo no sabía hacerlo. Así que me compré una revista Patoruzito y empecé practicar y practicar, cuando me salieron uno o dos bien, me llevé mi cuadernito y en el descanso me ponía, entonces me rodeaban a mi para mirar".

La UNAM ha incluido a Genovese en una publicación de pintores aztecas, además de editarle dos libros en los que el sanjuanino amalgama sus cuadros con textos propios. Fue premiado en 2003 junto a todos docentes de la UNAM. Hay obra suya en varios museos mexicanos, chilenos y en la Argentina, uno de sus cuadros es parte del patrimonio del Museo Quinquela Martín en Buenos Aires y al menos uno está expuesto en San Juan en el Museo Franklin Rawson. Cuando vino la última vez en 2012, se maravilló con el nuevo edificio y cómo estaba exhibido todo. Así fue que contactó a la directora Virginia Agote llevándole fotos de 200 de sus cuadros. "Le sacaron copias a todo y al día de hoy que no tuve ninguna respuesta de ella. Es una falta de respeto, porque lo mío no es ninguna basura", recuerda con amargura el veterano pintor, que asegura que donó al museo "en la época de Victoria el cuadro de "Los chamulas", de gran tamaño, pero he visto que tienen una chiquita que no tenía mucho valor, que no sé de dónde la sacaron".

Genovese fue vocal de la tercera y última comisión de amigos del Museo Franklin Rawson, antes de que pasará a manos del Gobierno provincial. Cuando él estaba ya se habían comprado obras de grandes pintores y otros tantos habían donado sus pinturas, "el trabajo estaba bien organizado, el museo andaba bien, había un núcleo bastante grande de artistas en los 50",contó.

A sus "95 inviernos", como le gusta decir, Genovese no tiene pensado modificar su lugar de residencia a esta altura de su vida. "¿Dónde se va a morir uno?, no sé, porque por ahí salgo acá y una piedra me pega en la cabeza y se acabó", analizó el pintor, integrante de una prolífica camada de artistas sanjuaninos, y que como sus colegas, trascenderá a través de su obra.