Algo asustada, Rosa Furió posó la mano sobre el mouse. Las arrugas de sus dedos contrastaban con la luz azul que destella desde el aparato. Al principio, la mujer, que tiene 81 años, no se animaba a tocar nada, pero cuando la profesora le dio un par de indicaciones, se conectó sin dudar a Internet para chatear con familiares que tiene en España y Francia. Rosa nunca entró a un cyber y tampoco estuvo cerca de una computadora. Pero ayer fue una de las primeras en estrenar las máquinas que instalaron en el Hogar de Ancianos y que están conectadas a Internet. Y aunque dijo que nunca imaginó tocar una "máquina de esas", lo primero que hizo fue conectarse con la familia que tiene en el exterior.
"Estoy aprendiendo a manejar esta cosa -por el mouse-, pero se me resbala. La profesora dice que voy a aprender de a poco", dijo Rosa. La mujer todavía no salía de su asombro y se puso su mejor vestuario para asistir a su primera clase.
Las sonrisas de oreja a oreja que tuvieron los abuelos ayer no fueron porque algún grupo solidario les llevara golosinas o regalos. Para muchos fue como ingresar a otro planeta. La flamante sala de computación se convirtió en el sitio más concurrido y la mayoría de los residentes del Hogar de Ancianos ya están anotados para tomar clases de computación. "Hace 9 años que no veo a mi hijo porque vive en Las Canarias. Ahora me va a mandar fotos de mis nietos por el mail, es por eso que quiero aprender", dijo José Soto. Hasta ayer, el hombre tenía que conformarse con hablar por teléfono con su hijo una vez al mes, cuando cobra la pensión. Es por eso que fue uno de los más entusiasmados en aprender a moverse en el mundo cibernético.
Como niños con juguetes nuevos, los abuelos se pasaron toda la mañana tratando de entender esas máquinas mediante las que pudieron ver el pueblo en el que nacieron sus padres, por ejemplo. "A mí me gustan la historia y la geografía. Quiero que me enseñen a buscar cosas para que pueda aprender", contó Eduardo Platero, de 72 años. Así, para los abuelos que están en el Hogar de Ancianos, la edad no parecía ser una barrera que les obstaculizara el acceso a las nuevas tecnologías. Y esta situación sorprendió a todos los empleados y directivos del lugar. "Esto los ayudará a conectarse con sus familias, pero también los mantendrá con la cabeza ocupada", dijo Nilda Agüero, al frente del Hogar.
Tan emocionados estaban los abuelos con la invasión tecnológica que ya están pensado en armar una página web para divulgar todas las actividades que realizan en el lugar y además colocar sus fotos. "Estamos demasiado solos. Algunos sufrimos el abandono familiar. Aunque nos cueste aprender, creo que será bueno para conectarse con amigos", agregó Soto.
