El segundo Mundial de la historia, disputado en Italia, tuvo mucho tinte político al realizarse bajo el aval del fascista Benito Mussolini. Luego de la gran repercusión que tuvo el certamen inicial en Uruguay, los europeos quisieron sí o sí el certamen en ese continente y el Duce consiguió la organización para su país. Como la idea de Mussolini era ganarlo para tener una propaganda a nivel mundial, se nacionalizaron a cambio de dinero a diversos jugadores, entre ellos los argentinos Luis Monti, Raimundo Orsi, Gualta y Demaría. Debido al boicot cuatro años atrás de los europeos a Uruguay, es que varias selecciones de esta parte del mundo decidieron hacerlo lo inverso. Así, el campeón mundial dijo ausente por decisión propia. Algo impensado en la actualidad pero posible en ese clima tan hostil del siglo pasado.
Para este Mundial, 34 asociaciones quisieron disputarlo y por eso debieron disputarse por primera vez unas Eliminatorias para llegar a los 16 finales. Así, Egipto se convirtió en el primer africano en jugar un Mundial. El certamen tuvo instancias de play off desde su inicio en octavos de final, siguiendo por los cuartos, pasando por las semis y con la final que ganaron los anfitriones 2-1 sobre la ex Checoslovaquia.
