Pasó la fase clasificatoria y Argentina cumplió con los pronósticos: clasificó sin problemas, con puntaje ideal y siendo líder de su grupo. En los números, impecable. Ahora, en los rendimientos, la producción del conjunto de Sabella entregó muchas aristas a partir de las actuaciones individuales y colectivas en los tres partidos que ya jugó en Brasil. En cifras -esas que no mienten- Argentina redondeó un promedio general de 5,72 entres los 17 futbolistas que utilizó en esta etapa de clasificación. El punto más alto lo tuvo en Lionel Messi, figura consular, indiscutida e irreemplazable de Argentina. Lio empezó de menor a mayor y contra Nigeria hizo mucho de lo que se le espera. En contraste, habiendo jugado la misma cantidad de partidos, el que menor rendimiento mostró fue el zaguero Federico Fernández, quien nunca pudo consolidar su juego en beneficio de un equipo que ataca mucho por naturaleza y que tiene necesidad de estar bien parado atrás.
Entre los más regulares, más allá de la descollante labor de Messi, hay tres pilares claves: El volante Mascherano, el lateral Rojo y el arquero Sergio Romero. Los tres mostraron un nivel de juego similar en los tres partidos e incluso, Romero contra Irán y Rojo contra Nigeria, fueron figuras a partir de su aporte.
El que no despegó del todo fue Angel Dí María que si bien levantó su producción contra Nigeria, antes no había desplegado todo su repertorio. En los puntos más bajos, más allá de Fernández en la defensa, en el ataque no apareció Sergio Agüero. El Kun estuvo en otra cosa y su presencia fue más que irrelevante. Gonzalo Higuaín mostró algunas cosas de su sello pero aún no ha podido explotar lo que sabe: hacer goles.
