Cada tanto, Bruno Gelber desgrana su talento en San Juan. La última vez que los sanjuaninos lo escucharon en vivo y en directo fue en 2013 (el año pasado se anunció una visita que finalmente no se concretó). Y este regreso, como suele suceder, será con novedades. Por primera vez en la provincia, el aclamado pianista subirá a escena junto a la Sinfónica Nacional, dirigidos por Christian Baldini. Y lo hará en el marco de los festejos por la Revolución de Mayo, de la mano de Cultura de la nación y de la provincia. Con ellos llegarán también el Coro Nacional de Niños y el Coro Polifónico Nacional (ver aparte). Gelber y la Sinfónica Nacional ejecutarán el ‘Concierto para piano y orquesta No.1 en Re menor, Op. 15 de Johannes Brahms’. ‘Es una oportunidad muy linda de tocar este concierto en ese Auditorio que tiene tan buena acústica’, comentó en charla con DIARIO DE CUYO.
– Vino varias veces, pero es la primera vez con la Sinfónica Nacional… – Sí… Con la Sinfónica hemos actuado muchas veces, todos los años últimamente, tenemos una excelente relación. – Sin dudas es un recital diferente, incluso para usted… – Sí. Son tres elementos que tienen que estar juntos, conformar una unión músicos, solista y director. A veces se da fácilmente y a veces hay que trabajar para unirlos… – En este caso… – Acá sale muy bien, muy bien… – Desde algún lugar, sus recitales siempre son diferentes. ¿Le gustan los desafíos? – Por supuesto, me he pasado la vida desafiando. El hecho de estar en escena es un desafío por sí mismo, un desafío a los nervios, a lo que puede suceder, porque un acto en directo es siempre riesgoso, así que es muy interesante como momento. – ¿Habló de nervios? ¿Todavía siente esa cosquillita antes de salir? – No antes. Antes, durante, hasta que termina (risas). Esa cosquillita vale la pena porque es la que pone en marcha el motorcito de la emoción, de la inspiración. Yo estudio todos los días desde que tengo tres años y medio. El primer concierto lo di a los 5 años. Es que tenemos tres partes, la intelectual, la espiritual y también la física, porque hay que poner el dedo en la nota justa, un milímetro más allá o más acá tocamos otra nota. Hay que gastar muchos pantalones en la silla del piano. – Usted se consagró a su vocación… – Sí claro… son más de 5.200 conciertos en todo el mundo. Es muy halagador para mí el hecho de que me hayan dado permanencia, el amor que me manifiesta el público… – Siempre dice que se casó con el piano. ¿Ha sido un matrimonio feliz? – Sí, yo me casé con ese señor de dientes blancos y negros, que me sonríe todos lo días. Nos entendemos muy bien, aunque es muy exigente y muy demandante… – ¿Y alguna vez le fue infiel? – No, no, no. Yo soy de naturaleza fiel. Yo haré siempre y puramente música clásica… – Pero le gustan otros géneros también… – Sí, me gusta el jazz, la música folclórica… otro tipo de música mucho no. Pero la música inspirada, la que no son gritos y ritmo nada más, me encanta. – No es lo que más se escucha hoy… – Bueno, pero la gente escucha lo que le dan, a lo que apuntan los medios… – ¿No cree que la gente elige? – La gente selecciona de lo que se le presenta. Cuando se apunta a lo más simple y normal y común, que es lo que tiene todo el mundo, que es el ritmo, que lo tienen desde las primeras tribus africanas. Creo que apuntar a la parte espiritual y al centro vital de la emoción es más interesante. – ¿Considera entonces que la música clásica ha perdido terreno por falta de difusión? – No han sabido, no hemos sabido… Hemos seguido de la misma manera y no hemos sabido ponernos colores divertidos, luces bonitas. No nos hemos aggiornado en cuanto a la presentación. Aparte que lógicamente que lo que interpretamos está escrito hace tiempo; y la otra música ha invertido sumas colosales para imponer algo fácil y repetitivo. Fíjese que hay canciones que repiten la misma frase 30 veces; no es una crítica, es una constatación… – Algo así como que a la música clásica le falta marketing… – Sí, lógicamente que la música clásica no es fácil, pero hay que saber digitarla para la gente. Fíjese el cine que se ha hecho en el mundo con música clásica, desde Elizabeth Taylor hasta El Pianista, pasando por Amadeus… todo ha tenido una repercusión extraordinaria. Si a la gente se le da la cosa bien estudiada, la gente lo lleva. La gente sabe elegir cuando le dan cosas no demasiado fáciles también… – Desde esta posición, la dicotomía clásico-popular no existe, porque la música clásica también puede ser popular… – Es que el término popular no tiene por qué ser bastardeado. La palabra popular significa universal, de todo el mundo, y tendríamos derecho a que nuestra música clásica fuera popular. Lo que pasa es que hay que saber digitarla, hay que saber qué dar… – Usted cuando va a realizar una presentación, piensa en esto, en el público que tendrá, en qué será mejor llevarle…
– Bueno, a veces tocamos algo que nos han pedido. Yo he ido muchas veces y le voy a ser franco, en este caso en San Luis y en San Juan repetimos el concierto, pero no tenga duda que llevar un concierto de Brahms es un muy buen regalo… – Después de tantas veces en la provincia, ¿qué impresión tiene del público sanjuanino? – El público sanjuanino es selecto; no es un público ‘enorme enorme’, pero es un muy buen público, y ha habido gente excelente, como artistas excelentes hay en San Juan.
