Borges decía, con respecto a la edad, que había cumplido "cuatro veces 20 años". Por otra parte, en un programa de la Televisión Pública se hablaba de la "juventud acumulada" en relación a la "Tercera Edad". Dos expresiones que alientan a amortiguar el peso del tiempo el cual, semejante al "monstruo grande" de "Sólo le pido a Dios", también "pisa fuerte". 

Pero, para entrar en tema elegí esta frase de Alfredo Le Pera: "Las nieves del tiempo platearon mis sienes" del tango "Volver", porque de eso trata la presente nota: Volver, volver a la niñez, al enamoramiento, a los asombros, al comienzo de todos los destinos. Entonces cómo no volver a sentir las vibraciones del alma; cómo no volver a los primeros 10 años, tan lejanos, tan cerca. 

En verdad son los recuerdos "acumulados", que exigen no ser olvidados, los que a uno le estremecen, no "el dolor de ya no ser" o no poder ser, sino simplemente impulsan a no olvidarse de vivir. De allí el regreso a los amores, que son entre los avatares del tiempo los que más avaramente se atesoran en el arcón de los sentimientos y además, la más rica herencia que se puede legar. Entre ellos, no puedo dejar de lado uno de mis mayores y caros: el periodismo. 

No podría ser de otra manera si forma parte de mi vida desde la adolescencia, por lo que considero comprensible esta demostración sensiblera, con sólo decir que hace 14 años he cumplido mis "Bodas de Oro", desde aquel 1952 cuando empecé a transitar la matriz del periodismo en el querido e inolvidable diario Tribuna. La labor periodística afianzó mi vocación por las letras y el arte, o sea otros de mis amores a los cuales sinceramente estimo no los he defraudado. En tal sentido quedan para el modesto recuerdo la creación de "Ediciones Cielo Raso" y la realización de múltiples actividades en compañía de poetas amigos. En lo personal necesariamente tengo que mencionar mi participación en la Feria Nacional del Libro -abril de 1995-, en un panel junto a escritores de San Luis y Córdoba, sobre el tema "Geografía Literaria Argentina" (Zona Centro) y en el Consejo Federal Consultivo de SADE Nacional. En cuanto al arte, destaco las evidencias de mis dos presidencias, desde 1988, primero en la Asociación Amigos del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson y de la actual Asociación Protectora del Museo. 

Por ello, todo lo hecho, todas las entregas, los logros y los sin sabores, son pasibles de relativizarse, cuando surge el amor más sublime: el de la familia que es el origen de todos los amores. Además pensemos universalmente que ya es tiempo del amor. 

Es así que al haber cumplido 8 veces 10 años, vuelvo a la vieja casa de lejanos ecos, al barrio de los duendes del juego y de las rumorosas acequias en las que puntuales coros de sapos le cantaban a la noche libertadora. Vuelvo al lugar donde conocí a esa niña en la que ví, como dice la zamba, "la noche en sus ojos, la miel en sus labios". Vuelvo a rencontrarme con ese poema que dediqué a Elsa (DIARIO DE CUYO 17/12/1995). Vuelvo a esa nube navegando sueños donde, hace 56 años, casi en el amanecer de nuestras vidas aquel día de Adviento convocamos al amor e invocamos al cielo, para comenzar a sembrar. "Vamos mi amor que el amor nos espera", le dije, y lo hicimos crecer en las siete vidas, en los "siete amores del primer amor". 

Ahora que estamos en el andén de los atardeceres, siempre volvemos tomados de la mano, a proclamar en la ronda de los enamorados que el amor permanece, que el amor… es amado.