Intentando volver a Primera A en la liga local, reconstruyéndose desde lo edilicio tras la caída de uno de los paredones del cierre perimetral y con la decisión ya tomada de bautizar con el nombre de Francisco Salvadore dejando atrás el legendario "12 de Octubre’, el esperado regreso a casa de Atlético Unión tuvo un sabor agridulce para su gente. Es que si bien la alegría de sentirse locales en Villa Krause nuevamente, chocó con la amargura de no ganar y más aún tratándose de Deportivo Maipú de Mendoza como rival. Tal vez por eso es que conforme fue avanzando la tarde, el estadio Azul fue entregando postales que marcaron definitivamente las sensaciones de su gente.

En el inicio, la Popular Norte tardó en llenarse y si bien no fue a tribuna repleta, el marco que le pusieron a ese sector del estadio fue de lo más colorido. Alentaron a garganta llena, como siempre pero en el entretiempo le dejaron ver a la dirigencia que no quieren cambio de nombres para su cancha, aunque la decisión parece ya estar tomada. Después, cuando no llegaba el gol y se empezaba a esfumar el sueño de ganarle a Maipú, redoblaron el aliento y empujaron a sus jugadores hasta el último instante. Después, en el final mismo, con el empate ya consumado, llovieron los aplausos para premiar el esfuerzo de un equipo que hizo lo que pudo.

Todos coincidieron tanto en la Platea como en la Popular, que el piso del campo de juego es la materia urgente para atender. Sin inferiores ahora, el campo será preservado por los próximos 15 días intentando mejorarlo en tiempo récord como para que cuando vuelvan a ser locales, no tengan ese rival extra en contra.

Era y fue el esperado regreso a casa de Atlético Unión. Hacía rato que no era local en su cancha y pese a que su gente le respondió con el aliento de siempre, quedaron varias sensaciones encontradas que demandarán decisiones profundas y rápidas para poder sentirse cómodos.