“La verdad que me tomó por sorpresa. Hasta ayer estaba fuera de la Selección y hoy (por ayer) voy al Mundial. Pero ya está, ahora hay que pensar en dar una mano desde lo que esté a mi alcance, tanto dentro como fuera de la cancha. Sé que puedo aportarle muchas cosas a este gran plantel que hay”. David Páez pasó de jugar en su querido Concepción este último año a estar a casi un mes de disputar su séptimo Mundial de hockey sobre patines con la Selección argentina. El Cachi, a sus 39 años, tendrá esta última chance para sumar un nuevo título ecuménico y todo se dio de manera repentina debido a la deserción por lesión de Matías Pascual. Tras conocerse la baja por el problema en la cadera del jugador del Barcelona español, el técnico albiceleste, Darío Giuliani, habló con David para convocarlo y el número cuatro del CPC aceptó, sumandose a este proyecto en el cierre y teniendo su vuelta a la Selección luego de haber jugado por última vez en la final perdida ante España en “San Juan 2011”.
“Ahora tengo otro rol. Estoy para aportar en la cancha con los minutos que el técnico considere necesario, pero también sé que soy un buen compañero, tengo experiencia en Mundiales y sé que mis consejos pueden servirle a un grupo que está muy bien conformado”, afirmó David, quien reconoció que “físicamente estoy cada día mejor y seguiré progresando”.
Páez es conciente de que pese a su calidad técnica exquisita y sus pergaminos, arranca desde atrás en el grupo, aunque como un verdadero “ganador” que es el Cachi todo puede ser relativo. “El técnico tiene un cinco inicial que es tremendo, además hay recambio y uno llega para contribuir. Para sumar en todo lo que pueda. Obviamente que cuando entre a la cancha, sea para jugar dos minutos o treinta, me voy a querer comer a todos. Yo no entiendo este deporte de otra manera. A mí me gusta ganar siempre y para eso me preparé toda mi vida”, subrayó el hermano menor del genial José Luis Páez.
Respecto de las sensaciones de afrontar un nuevo Mundial, David puntualizó que “estoy contento y con mucho entusiasmo de medirme con los mejores. Pero también de jugar en una cancha de primer nivel mundial, porque a veces cuando me toca jugar en San Juan, en estadios en pésimas condiciones, me deprimo. Hay que darle al hockista todo los elementos para que pueda desplegar su potencial y eso en San Juan no pasa seguido”.
