Domingo Tellechea es un prestigioso especialista en la recuperación de obras de arte en el país y en el exterior. Lleva el nombre de su padre, maestro por excelencia en esta actividad que cobró fama por su trabajo taxidérmico sobre el cuerpo de Evita. Por su vasto curriculum, fue convocado por las autoridades del Museo de Bellas Artes Franklin Rawson con la misión de recomponer y preservar el importante patrimonio cultural que posee dicha institución; y que a partir de hoy, día de inauguración (ver aparte), podrá ser apreciado por sanjuaninos y visitantes.

Lleva en San Juan casi 8 meses clasificando, supervisando e interviniendo unas 45 obras de arte correspondientes a diversas estéticas, épocas y autores. No tiene preferencias por una especial, él disfruta de todas. Sin embargo, le impactó el estado de abandono de varios cuadros. Rasguños, emplazamientos defectuosos, el acarreo, el polvo, la luz UV o el calor de la luz infrarroja, provocaron serios deterioros durante largos años. Para revertir la situación, el restaurador maneja un inventario y memorial informativo completo de cada obra y su estado de conservación. Pinturas como "Estudio", "Composición nº5" o la "Inmaculada Concepción" les significó una tarea compleja de resolver, pero no está solo. Estudiantes en artes visuales lo asisten en todo momento, como así también artistas consagrados que colaboran con el MPBA. Con una infinita paciencia y tacto especial en sus manos, Tellechea revisa cada detalle, cada desperfecto o deterioro que pueda evidenciar la pintura. En tal sentido, requiere una técnica determinada que él conoce y domina.

Cuando lo llamó Virginia Agote, directora del MPBA, la propuesta fue un desafío que lo llenó de placer en sus casi 25 años dedicados a esta profesión. "Es un gusto enorme restaurar esta semejante colección, sin dudas es una de las mejores y más completas del país. Lo digo así y se me eriza la piel porque este museo es el sueño que cualquier provincia quiere tener", dice a DIARIO DE CUYO, y agrega: "Lo mío es un trabajo técnico y no artístico. La gente piensa que soy un artista, pero no es así, es un concepto erróneo. Tampoco soy crítico. Mi objetivo es que la obra tenga perpetuidad hacia futuro".

No sólo de pinceles, telas o bastidores requiere Domingo para trabajar. También se vale de las nuevas tecnologías. "La computadora personal es un gran apoyo porque la imagen lo es todo. Con ella voy descubriendo detalles, modificaciones y otros elementos que a simple vista no aparecen. Hasta usamos radiografías en casos puntuales", cuenta. El criterio en todos los aspectos es el mismo: la intervención mínima posible, respetando el valor testimonial y estético que el autor impregnó en su obra. Tellechea lo resume en una premisa: "aquella obra que pase menos tiempo en las manos de un restaurador, será la mejor conservada".