Con una hazaña insuperable hasta el momento, pocos discutirían que es como un rey del salto al vacío. "Recé y salté", dijo el capitán norteamericano Joe Kittinger al recordar su histórica odisea del 16 de agosto de 1960: en aquella ocasión, el piloto y coronel de las Fuerzas Aéreas de EEUU, saltó desde un globo aerostático a una altura de 31,3 kilómetros, en los límites de la alta estratósfera con el espacio exterior.

Con ese desafío de quedar prácticamente expuesto al vacío, el oficial batió tres récords del mundo aún vigentes: caída libre desde la mayor altitud, caída libre de mayor velocidad (988 kilómetros por hora) y caída libre de mayor duración en la atmósfera (4 minutos y 36 segundos).

Joseph Kittinger, cuyo récord espera ser superado por un paracaidista australiano en las próximas horas, integraba el Proyecto Excelsior por aquel entonces, una investigación de saltos a grandes altitudes. La idea era probar que unos paracaídas pudieran permitir descensos controlados desde elevadísimas alturas. También intentaban que trajes parcialmente presurizados funcionaran bien en condiciones de emergencia en la estratosfera, además de demostrar que un hombre expuesto al estrés de una emergencia en condiciones espaciales podía sobrevivir con una mínima protección.

Como parte del Proyecto Excelsior, Joe realizó una serie de tres saltos en paracaídas -llevando un traje presurizado- desde un globo de helio con una góndola abierta. El primer salto se realizó en noviembre de 1959 desde 23,2 kilómetros. El salto casi acaba en tragedia debido a fallos en el equipo, lo que le causó pérdida de consciencia. Pero el paracaídas automático lo salvó.

Tres semanas más tarde saltó de nuevo desde 22,7 kilómetros. Pero su récord llegó el 16 de agosto de 1960, hace 50 años, cuando Kittinger realizó su tercer y último salto del Proyecto Excelsior. La presurización de su guante derecho falló durante el ascenso, lo que le provocó una hinchazón en la mano. En un alarde de valor, éste decidió continuar su misión, mientras sufría fuertes dolores en la mano, quedando ésta inutilizada. No obstante, una vez que descendió a una altura inferior tras lanzarse en paracaídas, la mano retornó a su estado normal sin mayores consecuencias.

Cuando uno sube al "límite de la alta estratósfera con el espacio exterior, no hay presión, es casi el vacío. Estás a 100 grados bajo cero y no sobrevives sin casco y traje presurizado", explicaba Joe refiriéndose a su hazaña. "Si miras arriba es todo negro, pero no ves las estrellas porque las pupilas están demasiado dilatadas. Si miras abajo tienes una luminosa vista de la tierra", contó.

Kittinger, que además fue el primer hombre en cruzar en solitario el Océano Atlántico en un globo de gas, relató que durante su histórica caída libre "bajé sentado, como en una silla. Llevaba un peso especial para adoptar esa postura. Y cada vez que levantaba un pie giraba como un trompo".

Para cumplir su hazaña, tuvo tres horas de ascenso en un globo aerostático con un cartel que decía: "este es el escalón más alto del mundo". Después vino el salto. "Es un silencio terrorífico explicó Kittinger La Tierra, el cielo y el globo dan vueltas a mi alrededor, como si yo fuera el centro del universo".

Una experiencia que intenta repetir en estos días el piloto austríaco Félix Baumgartner, que será enviado a la estratósfera en una cápsula y desde una altura de 37 kilómetros se arrojará en caída libre. Luego de 35 segundos se prevé que alcance una velocidad promedio de 1.110 kilómetros por hora.