Buenos Aires, 7 de noviembre.- "No encuentro demasiados puntos en común con Mark Zuckerberg. A lo sumo, podría decir que los dos fuimos estudiantes que desarrollaron sitios que se volvieron muy famosos en corto tiempo. No mucho más”, dice Tomás Escobar, 22 años, sanjuanino y fundador de Cuevana.
Salvando las distancias, no es difícil imaginárselo programando hasta altas horas de la madrugada en su habitación de estudiante universitario y a la espera de encontrar una solución 2.0 a su juvenil problemática, tal como dicen que hizo el fundador de Facebook. Pero Tomás no quería crear una red social: él quería mirar películas y series por Internet. Y lo consiguió dándole vida al sitio web más famoso de América latina en su género, con un promedio de dos millones de visitantes por día.
—¿Con qué fin decidiste crear Cuevana?
—En principio, fue pensado para suplir una necesidad personal: la de ver mis series favoritas con calidad de sonido e imagen y buenos subtítulos. Todo eso estaba en Internet, pero en forma caótica, entonces pensé en centralizarlo en un solo lugar… Jamás me imaginé que iba a tomar la dimensión que tomó.
—¿Cuándo estuvo on line?
—En septiembre de 2009, mientras estudiaba Ingeniería en Computación en Córdoba. Pero se fue haciendo popular de a poco; la explosión se produjo en agosto del año pasado, y a partir de ahí, el crecimiento fue exponencial.
—¿Cómo se sostiene el sitio?
—En total, el sitio tiene unos 2,5 millones de usuarios inscriptos; de ese número hay un grupo más activo que se encarga de seleccionar el material, de encontrar o realizar los subtítulos. Son los usuarios quienes sostienen esta experiencia.
—¿Y quiénes publicitan?
—Cuevana no tiene una unidad de venta porque no es una empresa. De alguna manera, todavía sigue siendo un hobby, pero se está tratando de reconvertir: la idea es consolidarlo como un medio de difusión para Latinoamérica a través de acuerdos con productoras. En la Argentina, por ejemplo, las salas de cine son pocas y muchas películas independientes no llegan al gran público. Internet les abre nuevas puertas.
—Si hoy quisieras vender el sitio, ¿cuál sería su precio?
—No lo sé. No entiendo de variables ni tengo idea de cómo es el procedimiento para calcular su valor.
—Pero sos consciente de que estás frente a una potencial mina de oro…
—Sí. Lo que pasa es que estamos en medio de una reconversión que va a llevar trabajo y que, espero, nos deje buenos resultados.
—¿El éxito te hizo ganar más amigos o enemigos?
—Hay una versión que dice que en un principio éramos tres amigos y que me “corté solo”. Lo cierto es que Cuevana fue una creación mía, y en su momento recurrí a dos amigos para que me ayudaran a agregar contenidos. Ellos se sumaron al proyecto y después de un año dejaron de hacer cosas. Ahí dije: “Hasta acá llegamos”. Entiendo que se me quiera vincular al máximo con Zuckerberg, pero la realidad es que soy yo quien diseñó y programó Cuevana.
