Cariñoso. Amante de los deportes. Le encantaba jugar al básquet y extremadamente sencillo. Así lo recuerdan sus familiares a Enrique Pechuán Marín, el sanjuanino que fue primer obispo de Cruz del Eje y que, a pedido de Pablo VI, inició la causa de canonización de Gabriel Brochero, más conocido como el cura gaucho, quien está a un paso de ser santo. El camino lo inició este obispo, en 1968. Hoy, a punto de concluir esta travesía, está en manos del actual obispo de Cruz del Eje, monseñor Santiago Olivera.
“Era mucho más chica que él. Era su regalona y me enseñaba a jugar al básquet. Siempre fue buen primo y muy cariñoso con todos”, así lo recuerda Alicia Pechuán de Manrique, una docente jubilada que vive en san Juan. Su papá era el padrino del Pechuán Marín. “Enrique decía que el deporte te hacía más feliz, por eso nos mantenía en actividad, sobre todo a los primos más chicos”, cuenta la mujer de 86 años quien recuerda al pie de la letra cada momento vivido con su primo hermano. Incluso, no puede olvidar aquellos momentos en que la vocación ya le había aflorado, los hacía rezar a todos los primos. “Cuando no estaba en el seminario, pasábamos todos los fines de semana juntos”, dice Alicia. El obispo nació en Desamparados, en una casa ubicada por calle Reconquista. Siempre se caracterizó por su humildad y sencillez. De hecho, su prima recuerda que cuando asumió su cargo en Cruz del Eje, una empresa automotriz quiso regalarle un auto, pero él no lo aceptó. Lo vendió y lo que recaudó lo repartió entre las iglesias del pueblo. Pechuán Marín siempre anduvo a pie o en colectivo. En San Juan era el secretario del obispo. Y cuando lo nombraron como primer obispo de Cruz del Eje, toda la familia lo acompañó a la ceremonia. Luego, Pechuán Marín llevó a su madre con él.
“En esa época nadie conocía a Brochero, pero mi primo ya nos hablaba del curita. Ahí empecé a conocerlo. Ahora, no puedo estar más contenta”, cuenta Alicia.
Los sacerdotes cordobeses que también conocieron al obispo, coinciden en afirmar que le costaba ejercer su autoridad, no por carecer de carácter, sino por su humildad. Pechuán Marín fue obispo de Cruz del Eje desde 1964 hasta 1983.
Nacido en 1913, en el ‘25 ingresó al Seminario Conciliar de Cuyo, donde obtuvo además el título de doctor en Filosofía. Fue en 1933, cuando Monseñor Orzali lo envió a Roma a estudiar Teología. Entonces, participó en la segunda etapa del Concilio Vaticano II.
Fue un 4 de abril cuando comenzó a ser obispo de Cruz del Eje. Allí, fue recibido en la ruta por una caravana de autos. Fue el primer obispo de ese pueblo ya que poco antes el Papa dispuso crear nuevas diócesis en Argentina, entre ellas, la cordobesa.
Tiempo después, Pablo VI, en una audiencia, le pidió a Pechuán Marín que le enviara una reseña histórica de Gabriel Brochero. El sanjuanino ya había comenzado a indagar sobre la vida del cura y su historia lo cautivó. En el pueblo cordobés, quienes lo conocieron de cerca afirman que el sanjuanino era sociable, pero le costaba el trato con la gente. Tenía un respeto y un amor muy grande por sus sacerdotes. Mientras trabajó en el arzobispado de San Juan, estuvo cerca de monseñor Leonardo Gallardo Heredia, obispo auxiliar de esa jurisdicción. De él tomó ese amor por el seminario menor, y lo fundó en su diócesis, cuando en otras partes optaban por cerrarlos. Tenía un afecto muy especial por sus seminaristas. Eran frecuentes sus visitas a Las Tapias, y en las vacaciones compartía, con alegría, algunos días con los seminaristas en el campamento que hacían en las sierras. Cuentan en Córdoba que era usual verlo pelando papas o cebándole mate a los seminaristas.
El obispo era un ferviente admirador de la Virgen. De ella habló en el Concilio Vaticano II.
A monseñor Pechuán lo angustiaba la falta de vocaciones. Eso lo llevó a fundar el seminario menor, y gracias a eso, a lo largo de esos años hubo vocaciones que compensaron las pérdidas de sacerdotes y fueron sustituyendo a los que habían dejado el ministerio.
Conocido por ser desprendido, pobre, sencillo, fue el que inició el camino para que Cura Brochero sea santo, algo que dicen, sucederá este año.
