Desde que la Fragata Libertad fuera retenida en Ghana por un reclamo de bonistas extranjeros, un sanjuanino que integra la tripulación de ese buque escuela de la Armada Argentina cuenta las horas para que esa embarcación pueda irse de la nación africana y continuar su viaje por el mundo.
El militar pocitano Luis Villafañe “no quiere dejar la fragata en manos ghanesas”, según sus padres. De todos modos, ante el hipotético caso que la tripulación tenga que dejar el buque e irse en avión, el joven de casi 24 años ya se ofreció para quedarse en la embarcación en condición de voluntario.
“Luis le tiene mucho cariño a la fragata y le duele mucho pensar en perder este buque en Ghana. Si se queda como voluntario será por un lapso de cuatro a seis meses, hasta que lo releven otros marinos”, comentó José Villafañe, el papá de Luis.
Además, reconoció haber escuchado comentarios sobre la posibilidad de que la tripulación retorne en avión desde Ghana en caso de que Argentina no encuentre soluciones con ese país. “En ese caso, el barco no puede quedarse solo. Debe quedarse una tripulación mínima, para el mantenimiento de la nave. Por eso, quizás Luis decida quedarse en condición de voluntario”, explicó José, que accedió a dialogar con DIARIO DE CUYO, aunque su hijo prefiere evitar el contacto con los medios para mantener en reserva lo que pasa en la fragata. Luis quiere salir rápido de Ghana, pero con el barco, coinciden sus padres. “No quiere irse y dejar la fragata en manos ghanesas. Le da mucha tristeza porque es un buque de todos los argentinos”.
Retenida
El 2 de junio pasado, la fragata zarpó de Buenos Aires para realizar su viaje de instrucción por el mundo. Pero desde el 2 de octubre permanece retenida en el puerto ghanés de Tema tras la denuncia que presentó ante la justicia de esa nación el fondo de inversión especulativa NML, que reclama a Argentina el pago de deudas (bonos soberanos).
Frente a todo, Luis no deja de preguntarse “cómo es posible que a la fragata se le pueda terminar la vida en Ghana”, según sus padres. En principio estaba previsto que la fragata se quedara hasta el 4 de octubre. Pero la retuvieron dos días antes. “Estuvieron 72 horas sin desembarcar”, según José.
“Aunque había una escalera de la fragata que los unía al muelle, los tripulantes no podían pisar tierra ghanesa. Era para mantener la seguridad de la tripulación. Como en esos primeros tres días no se resolvía nada, el comando de la fragata terminó autorizando a la tripulación a salir de franco en territorio ghanés. Deben salir en grupos de 50 compañeros y estar juntos, por cuestión de seguridad”, explicó José.
Las actividades de Luis son normales en Ghana. Es como si estuviera en el puerto de Buenos Aires. A las 8 de la mañana tiene una formación diaria. Cumple con sus trabajos hasta las 12.30, después almuerza y luego tiene el resto del día libre. La fragata contrata colectivos que trasladan a los tripulantes hasta la capital de Ghana (Accra).
“Los llevan a un pequeño centro comercial, con cines. También los trasladan a una playa y a una pileta. Pero no pasean todos los días. Es para no gastarse toda la plata”, contó el papá de Luis, que además tiene a otro de sus hijos en la fragata: Matías, que atiende la cantina del buque.
En agosto cumplió 20 años, recuerda Rosana Mercado, la mamá de los chicos. “Estuvo triste. Era la primera vez que lo festejaba fuera de casa”, según sus padres. Su hermano Luis, quien suele hacerle compañía en la cantina, trata de pasarla bien. Aunque por ahí siente que su estadía se está haciendo rutinaria en el primer territorio africano al que llegaron europeos a comerciar con oro y esclavos.
