A diferencia de otros médicos, Marcelo Galdeano cree en los milagros. Aunque trata de ser cauto a la hora de analizar las causas que le permiten seguir vivo tras su peligrosa enfermedad, en algún momento reconoce que es "bastante milagroso que yo esté". Y parte de eso tiene que ver con la figura de Juan Pablo II, el fallecido Papa que será beatificado mañana en la Plaza San Pedro del Vaticano.

En un abrir y cerrar de ojos, su juventud dio un giro de 360 grados cuando se enteró hace cinco años que su vida estaba en riesgo porque tenía un linfoma (un tipo de cáncer que se origina en los tejidos linfáticos). Inspirados en la fe que le tienen a Juan Pablo II, vecinos del barrio Aramburu crearon un grupo de oración para ayudar a Marcelo, quien cuenta que su enfermedad tuvo "entre comillas" una remisión (mejora o cura) hace cinco años.

Su madre, Ana Fernández, vive en el Aramburu, donde sienten gran afecto por Marcelo, que es cirujano infantil. "Cuando se formó el grupo de oración, ni yo me había enterado", cuenta Ana. "Rezaban todos los días. Inspiraron sus plegarias en la figura de Juan Pablo II, por la relación que tenía el fallecido papa con los jóvenes. En ese entonces Marcelo era un joven de 27 años muy querido en el barrio". "Al año de haber fallecido Juan Pablo II me enfermé yo", cuenta Marcelo que trabaja en el Hospital Rawson. "Durante seis meses me aplicaron quimioterapia y durante un mes radioterapia. El 18 de abril cumplí cinco años de la última sesión de quimioterapia. Los controles médicos indican que mi estado es normal".

Aunque "obviamente confío en la medicina, esto se lo atribuyo principalmente a la fe. Ayudó muchísimo el apoyo de Juan Pablo II en mi estado de ánimo. El tratamiento lo viví bastante bien, con buen ánimo, trabajando, y todo eso se lo atribuyo a la fe que me ayudó muchísimo". Aunque primero duda -"no sé si (considerar que esto es un) milagro"-, más tarde desliza que es "bastante milagroso que yo esté". Cuando le diagnosticaron su enfermedad, recién empezaba su carrera profesional, con una mano atrás y otra adelante, tal como él mismo cuenta. "Los médicos creían que tenía 90 por ciento de probabilidades de quedar estéril y ahora tiene una hija hermosa", recuerda la mamá de Marcelo. "Le puso Mía, agradecido porque Dios lo dejó vivir y ser padre", describe Ana.

Sin temor a los escépticos, Marcelo (32 años) cuenta frecuentemente su historia de vida para darle fuerza a quien lo necesite. "Hay gente en mi situación que pierde la fe, lo veo todos los días". Aunque admite entre risas que antes "no iba tanto a misa", ahora cuenta que va con su familia, sin descartar que más adelante vaya de visita al Vaticano. Lo importante es "no perder la fe. Pero también hay que confiar en los tratamientos médicos", explica.

Tras enterarse de su caso, mucha gente llama a los integrantes del grupo de oración pidiendo que recen por gente enferma. Sin domicilio fijo, se juntan frecuentemente los martes y jueves a las 20 en la casa de algún vecino del barrio Aramburu. "Una vecina me sugirió la idea de presentar comprobantes del caso de Marcelo para aportarlos a la causa de canonización de Juan Pablo II. Pero me cuesta volver a leer esos certificados médicos", cuenta su mamá.