Desde ayer, Benedicto XVI se encuentra visitando Portugal. Será el tercer Papa que acude al santuario, después de Pablo VI y Juan Pablo II, quien estuvo en tres oportunidades. Mañana, 13 de mayo, se celebra el 93º aniversario de la primera aparición de la Virgen a Lucía, Francisco y Jacinta. Fátima es el lugar en que en 1917 la Virgen se apareció a estos tres niños y les habló revelándoles, entre otras cosas, lo que después fue llamado el "secreto".
Las primeras dos partes del secreto revelado en 1917, fueron escritas por Sor Lucía en 1941. Allí señala que el mismo consta de tres partes distintas, de las cuales reveló dos. La primera fue la visión del infierno. "Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, eran como si fueran brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros. Esta visión fue durante un momento".
En la segunda parte, luego de describir las persecuciones que deberá sufrir la Iglesia, sor Lucía afirma: "Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza: Visteis el infierno donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón".
La tercera y última parte del secreto revelado el 13 de julio de 1917, fue escrito por Sor Lucía en 1944, y hecho público en el 2000. Dice así: "Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él. El Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz a un obispo vestido de blanco. Hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre. También otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, subían a una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos. El Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino. Llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la Gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas. Del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes religiosos, religiosas, y diversas personas laicas, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones". Hasta aquí las tres partes del secreto, tal cual las ha descripto Sor Lucía. Después del atentado del 13 de mayo de 1981, a Juan Pablo II le pareció claro que había sido "una mano materna quien guió la trayectoria de la bala", permitiendo al "Papa agonizante" que se detuviera "en el umbral de la muerte". Así lo describió el mismo Pontífice. Con ocasión de una visita a Roma del entonces obispo de Leiria-Fátima, Juan Pablo II decidió entregarle la bala que quedó en el jeep después del atentado, para que se custodiase en el Santuario. Por iniciativa del obispo, la misma fue después engarzada en la corona de la imagen de la Virgen de Fátima.
La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo del segundo milenio. Lo que queda en claro sobre el texto del "secreto" es la exhortación a la oración como camino para la "salvación de las almas" y, en el mismo sentido, la llamada a la penitencia y a la conversión. Hay una palabra clave que aparece en el secreto: "mi Corazón inmaculado triunfará". ¿Qué quiere decir esto? Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios es más fuerte que los fusiles y que cualquier otro tipo de arma. Desde que Jesús se hizo carne en el seno virginal de María, la libertad hacia el mal no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: "padecerán tribulaciones en el mundo, pero tengan confianza: yo he vencido al mundo" (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa.