Las bajezas van carcomiendo el fútbol pero toman dimensión en las vidrieras iluminadas del superclásico, las que todos miran, aunque algunos se hagan los desentendidos, especialmente quienes deben hacer cumplir normas, que en el mundo de la pelota tienden a ser de infinita flexibilidad o directamente pisoteadas.
Jonathan Silva está equivocado si cree que el bautismo como boquense es disputar una pelota con la saña con la que estuvo a punto de lastimar fiero a Gabriel Mercado, lo mismo que Andrés Cubas, cuando metió los tapones en el muslo de Lucho González.
Silva supo más temprano que tarde que le hizo más daño que favor a su equipo con la debilidad temprana que significó su expulsión a los 12 minutos.
Cubas en cambio tuvo la suerte que el árbitro Patricio Loustau no lo vio o hizo que no lo vio para no esmerilar aún más a Boca.
El problema es que son profesionales, que no sólo significa cobrar dinero por su trabajo para un cometido, en el caso de un equipo de fútbol: jugar para tratar de ganar. Pero también hay conductas que el futbolista debe ofrendar en su tarea, siempre con el objetivo de no afectar a su equipo.
Y aquí esta otro problema, Daniel Osvaldo y Daniel Díaz se fueron haciendo gestos a los hinchas de River. Estas son las bajezas que hieren el profesionalismo de los jugadores.
Falta de profesionalismo también fue el cabezazo que le pegó Jonatan Maidana a Carlos Tevez, quien según se vio por la televisión invirtió un buen speech destinado a levantarle temperatura al zaguero antes de la reacción.
No hay que esperar que ocurra en Argentina lo que suele ser común en Inglaterra, donde futbolistas son sancionados o multados por los mismos clubes empleadores cuando faltan a su conducta como profesional. Hay normas disciplinarias en el fútbol, hay leyes antiviolencia. La fiscalización en uno y otro ámbito está ausente en los partidos de fútbol de esta época del año, como si hubiese un límite difuso.
Mientras, afuera están los mismos barrabravas que hace tiempo están en las tribunas, con lo cual los incidentes de adentro del campo pueden ser la mecha de una explosión mayor.
Hoy fueron los futbolistas, hace seis meses el “gracioso” de Adrián Napolitano (el tristemente célebre Panadero) quemando a futbolistas de River y también el sueño xeneize de seguir en la Libertadores.
No debiera ser necesario esperar, pero tal vez la redondez de las fechas nos lleven el año próximo a acudir a la biblioteca y sacar ese libro flaco pero tan lleno de verdades. El año que viene se va a cumplir medio siglo del libro “Fútbol, dinámica de los impensado”, que escribió el periodista Dante Panzeri.
No sólo Panzeri sostiene en sus líneas su concepción de fútbol, también hace hincapié en la necesidad de que el jugador sea altruista, creativo, solidario. Era el fútbol ajeno a las bajezas y a los ventajeros.
