Por primera vez llega a San Juan, Inés Bertón, única catadora de tés de Argentina y una de las once narices del mundo en este tema. Creadora de Tealosophy, que además de ser una marca internacional está rodeada de la magia de quien viajó por el mundo a las mejores cosechas de té y de los aromas y sabores que brinda la segunda bebida más consumida en el planeta, luego del agua.
Es famosa por sus blends (mezclas) formados por hebras de té de cosechas limitadas y otros productos como vainilla, naranja, rosas, cacao, entre cientos más, y porque sedujo a reyes y famosos con sus mezclas. Ella asegura que "lo más lindo del té, es que es un lujo que todos nos podemos dar a diario".
Antes de su arribo a San Juan para brindar una cata de té el próximo martes, contó parte de su experiencia.
-¿Se percibe un interés creciente en el país por disfrutar de aromas y sabores, en este caso del té?
– Sí, sí. Esto lo hice afuera durante muchos años y ahora en el país. Para darte un ejemplo voy a estar en San Juan, al día siguiente en Mendoza y hace un par de semanas también estuve en Rosario. Lo que más me gusta de esto es que, por lo general, quienes te invitan son personas que tienen lugares donde se sirve el té. Eso, sin duda, tiene esta cosa de caserito que me gusta tanto, como es Pipí Cucú en ese provincia. Voy muy entusiasmada.
– ¿Qué es y cómo nace Tealosophy?
– Es el té como lenguaje, como un modo de transmitir esta pausa que todos buscamos. No hay que olvidar que es el segundo producto de mayor consumo en el mundo después del agua, es un ritual milenario y no una moda como dicen algunos. Nació después de vivir varios años en Nueva York y viajar mucho a las cosechas de té en todo el mundo. Volví a Argentina y comencé con Tealosophy que ahora tiene tienda en Barcelona y en en distintas partes de Buenos Aires donde uno encuentra de todo, o sea, 150 variedades de té de cosechas de altura que vienen del pie del Himalaya; plantaciones en Sri Lanka, cosechas del sur de Shangai, Taiwan, entre otros.
– ¿Qué importancia tienen estas cosechas mencionadas a nivel mundial?
– Son consideradas las mejores del mundo. De hecho nosotros trabajamos sólo con cosechas limitadas, esto significa que de todo el arbusto de té utilizamos las dos hojas más nobles, y para lograr medio kilo de té se necesitan aproximadamente 2.700 hojas de ese tipo.
Después buscamos vainillas en Madagascar, cacaos en Venezuela, especias en Birmania, frutos rojos en la Patagonia, rosas en el Sur, naranjas en San Pedro, para encontrar ingredientes que sirven para el diseño de los blends, de estos nuevos sabores del té.
– ¿La cata de té tiene una técnica a seguir como la del vino, por ejemplo?
– Es distinta porque durante la cata la gente entra en una especie de viaje, en esta fusión de Oriente y Occidente. Por un rato se van catando tres variedades de té de cosechas muy limitadas en las que voy contando como nace ese té, la historia, su cosecha, como es mejor tomarlo, si el agua debe hervir o no, qué cantidad usar, si lo quieren hacer frío, cuál es la vajilla adecuada, entre otros.
– ¿Cada té tiene una temperatura de servicio ideal?
– A mi me gusta hacerlo más fácil porque prefiero que tenga la simpleza de un buen té. A veces la gente me dice «Inés vos le diseñas el té a los Reyes de España o a tal y a tal», pero yo les digo que lo más lindo es que el té es un lujo accesible, porque todos podemos acceder a una buena taza de té.
-¿El té argentino está catalogado como de buena calidad?
– Es un té genial para el ice tea y para saquitos por eso se exporta mucho. En nuestro caso solo trabajamos con té en hebras y de altura porque a ese nivel de día hace calor y de noche frío lo que provoca que la planta quede más petisa y se concentre más la clorofila. En el caso del té argentino que es de llanura, tiene muy buen color, no se nubla ni se enturbia, pero a mi criterio es muy bueno para saquitos y te frío.
-¿Hay que tener alguna condición particular para catar té, o existen claves para hacerlo?
– Yo creo que todos lo podemos disfrutar porque además no me gusta ponerme tan técnica en las catas. La idea es que durante un ratito se imaginen caminando por mercadito de especias en la India, tomando un Chai, que es un té de hojas de té negro con ramas de canela, jenjibre, cardamomo y pimienta; o que se imaginen tomando un té en un jardín de rosas en Londres. Es viajar a través de los sentidos.
– Estás catalogada como una de las once narices de té del mundo ¿Esto qué significa y quién determina que sea así?
– En mi caso trabajo con la memoria olfativa que permite recordar aromas y luego clasificarlos. La gente dice: «esto es cítrico, naranja o limón», y una nariz de té determina a que familia pertenece esa naranja o esas rosas. También se determinan cuáles son las mejores de cada familia para hacer un blend de té, se hacen selecciones para que la mezcla tenga color, cuerpo y aroma.
Ser una de las once narices está vinculado, más que nada, a que estamos a cargo de las casas madres, que son aquellas que rigen al mercado. Para ejemplificarlo, en la moda hay muchos diseñadores, pero hay algunos que son los que marcan la tendencia, en el té es similar.
En mi caso pesan los años de trabajo en Nueva York, además la casa que tenemos en Barcelona acaba de ser clasificada por segundo año consecutivo por la guia Louis Biutton como "La tienda de té en Europa".
_ ¿Tenés enumerada la cantidad de blends creados?
Tealosophy tiene como un elenco estable cien variedades, pero hay muchas que van rotando porque armamos el blend para el Día de la Madre, para Navidad, para el Día de los Enamorados (Té Quiero), e intento sacarlos luego de cada fecha pero la gente lo pide y van quedando. Igual van variando porque eso es divertido y a la gente muy tomadora de té le gusta encontrarse con novedades. Hay otra gente que creía que solo se tomaba té cuando dolía la garganta o la panza y de repente descubre un mundo.
– ¿Será que la gente busca reencontrarse con los sentidos?
– Es impresionante, pero es así. Mi desafío cuando llegué a la Argentina era que la gente entienda que detrás del té hay una ceremonia, pero sobre todo que es un lujo posible. Un lujo no es solo tener un super par de zapatos, están los que nos hacen bien al alma, es agua, sensibilidad y paciencia.
_ ¿Cuáles son tus lujos diarios?
_ A la mañana me gusta el diario crocante, por ejemplo, es decir que no lo abra mi marido antes, me gusta ser la primera en verlo. Hay muchos cosas que disfruto cotidianamente.
– ¿Tenés algún té preferido?
– Depende de como estoy, algo así como elegir la ropa a la mañana. En invierno me encanta levantarme con especias, una base de té negro, vainillas de Madagascar, cacaos de Venezuela y naranjitas tostadas, ese es un clásico pero a veces estoy para otros. En verano me gusta el english breakfast, con un vaso de te frío con hielo y cítricos del mediterráneo.
– ¿Cuándo comenzó este entrenamiento del gusto y el olfato, o cómo devino?
_ La respuesta no tiene mucho glamour. Empecé con migrañas espantosas cuando era chica, me hicieron muchos estudios pero no lograban descifrar que era. En un momento me di cuenta que me dolía mucho cuando limpiaban el piso de la escuela con lavandina, que el dolor era una cuestión olfativa. Así fue que decidí utilizar mi olfato para otras cosas y me incliné por los perfumes. Estudié perfumista en París, pero no me gustaba tanto la parte de laboratorio y de química, ya que yo disfruto del verde. Todo fue por casualidad porque mi vida estaba ligada al arte, en Nueva York trabajaba en un museo y en la parte de abajo había una casa de te. Atraída por los aromas, siempre iba, y mezclaba cosas, que la gente que me veía también elegía. Un día la dueña me invitó a trabajar con ella porque la facturación subía con estas selecciones. El tema era como explicarle a mi padre que dejaba un museo prestigioso de arte por ir a vender té, pero finalmente lo hice y así empecé.
