Corría 1967 cuando Peter Bruchhausen, junto a cuatro amigos, llegó para domar el Cordón La Ramada en plena cordillera. Era un homenaje a la expedición polaca que en 1934 había logrado ascender los picos de ese cordón, incluido el Mercedario (6.770 msnm), que hasta entonces se mantenían vírgenes e inconquistables por el hombre. Y fue mientras replicaban el camino de los polacos que Bruchhausen (foto) halló una lata con una carta escrita por esos europeos en la cumbre de uno de los picos de la formación cordillerana, el Alma Negra (6.120 msnm). La recogió y la guardó en su mochila con el objetivo de devolvérsela a uno de los hombres que la firmaban, Víctor Ostrowski, considerado uno de los pioneros del andinismo local. Pero su misión recién pudo concretarla 18 años después y en Polonia, en una historia tan intensa como poco conocida, revelada recién ahora en la segunda visita que Bruchhausen hizo a San Juan.
"En 1967 vinimos a San Juan para hacer la ascensión a La Ramada. A Víctor ya lo conocía porque nos habíamos hecho amigos en el periodo en que vivió en Argentina. Llegamos a Barreal e hicimos el mismo camino que los polacos. Fue en la cumbre del Alma Negra, en una pirca de piedras, que encontré una latita que en su interior tenía una carta fechada en 1934 y una tarjeta de presentación. Era el testimonio que los polacos dejaron allí, el registro por haber logrado la cumbre. La tomé, la guardé y seguimos con la marcha", contó Peter, bonaerense de 77 años e integrante también de la primera expedición argentina al Himalaya.
La lata era de una dextrosa (consumida para dar energía) fabricada por una empresa inglesa. En su interior estaba la carta con un texto afirmando que habían hecho cumbre y los nombres de los expedicionarios polacos, además de una tarjeta (de las presentación, con los datos de contacto de Ostrowski, quien era ingeniero). De acuerdo al libro que Ostrowski escribió sobre esa expedición, llamado "Más alto que los cóndores", la cumbre del Alma Negra la consiguieron el 2 de febrero de 1934.
"Luego yo me fui a trabajar a Nueva York y Víctor volvió a Polonia. Conservé la lata y me quedó como deuda devolvérsela. La Cortina de Hierro (así fue llamada la separación ideológica entre Europa Occidental y el Bloque Comunista) me impidió viajar a Polonia y menos aún viviendo en Estados Unidos, por lo que fueron pasando los años. Fue por mi ascendencia que logré un pasaporte alemán y en 1985 salió un viaje a Polonia para llevar unos objetos relacionados al Sitio de Viena que teníamos guardados en el Club de Exploradores de Nueva York, del que aún soy miembro. Me avisaron cinco horas antes y camino al aeropuerto busqué la latita que tenía en un depósito, porque entendía que esa era mi gran oportunidad", contó Peter.
Una vez en Polonia, Bruchhausen rastreó a Ostrowski y el embajador polaco le ofreció una limusina para trasladarlo y hasta un agente de seguridad para custodiarlo. ‘Llegué al edificio de Víctor, toqué la puerta de su departamento y no lo podía creer. Nos dimos un abrazo y ahí nomás saqué la latita con la carta. Él se quedó mirando, en silencio. Fue un momento increíble, de profunda emoción, Víctor estaba completamente conmocionado", recordó Bruchhausen. "De paso aproveché y le regalé la bandera argentina que llevamos en aquella expedición a La Ramada. Víctor, antes de morir en 1992, donó todo al museo de la Federación Polaca de Montaña y hasta el día de hoy allí se encuentran la lata, la carta e incluso la bandera", agregó Peter, quien es oceanógrafo.
"Las montañas sanjuaninas son hermosas y yo guardo un gran recuerdo de mi única incursión. Estuvimos un mes en San Juan, pero lo que yo considero un tesoro hallado en una cumbre me acompañó durante 18 años y reafirmó una historia de amistad que trascendió el tiempo", confesó Bruchhausen.
