Juan Manuel Moyano (17) tenía un ambo, así que se compró zapatos, una buena camisa y una corbata que combinara. Su mamá, su abuela y su hermana resignaron la siesta para ir a la peluquería con tiempo, mientras que su papá pidió permiso para no trabajar en la tarde, así podía descansar y estar fresco toda la noche, en la que toda la familia había ahorrado para poder acompañar al estudiante.
‘Yo estaba tranquilo, hasta que me di cuenta que ya no iba a ver mas a mis compañeros, que era la fiesta de fin de la secundaria y ahí me entraron los nervios y la ansiedad. Me había bañado temprano y como a las ocho de la tarde me llamó mi papá, para contarme lo que pasaba. Corté y lo volví a llamar, porque pensé que me estaba cargando. Y cuando me dijo que todo era cierto, empecé a llamar a mis compañeros. No entendía nada’, relató.
Al igual que varios de sus amigos del 6to 2da de Economía, salió corriendo hacia el local de C & Co, para terminar de convencerse ahí que efectivamente no tendría fiesta de egresados. En su cama quedó el ambo, la camisa y la corbata bien desplegados para que no se arrugaran.
‘Es algo que uno no cree que le puede pasar. Había mucha ilusión para la fiesta y si a lo mejor nos hubieran avisado unos días antes todo hubiese sido distinto. Pero fue a horas de la fiesta y de una manera tan cruda, que nos golpeó muy fuerte’, indicó.