El papa Francisco acaba de emprender un viaje lleno de expectativas, significados y desafíos. La etapa cubana no estaba prevista, y fue añadida tras el "deshielo" entre La Habana y Washington, propiciado por la paciente diplomacia de la Santa Sede. Francisco es el tercer Papa en diecisiete años que aterriza en La Habana, después del histórico viaje de Juan Pablo II en 1998, y el de Benedicto XVI, en 2012.
Como ha pasado con sus predecesores, la Santa Sede continúa pidiendo que se ponga fin al bloqueo económico, causa de empobrecimiento de la población. Al contrario de otros papas, Francisco cuenta con las ventajas de ser latinoamericano y de haber demostrado una atención particular en su magisterio hacia los temas de la pobreza y de la justicia social. A pesar de nunca haber visitado la isla, conoce muy bien su situación, y no hay que olvidar que recibió en el Vaticano a la viuda del disidente Oswaldo Payá, que falleció en un accidente de automóvil sospechoso en julio de 2012.
La visita a Estados Unidos tendrá un carácter muy diferente, y su motivo principal es el Encuentro mundial de las Familias en Filadelfia. Varios comentaristas e intelectuales estadounidenses, algunos de ellos incluso católicos, han criticado duramente a Francisco, quien, según la opinión de los primeros, no habría comprendido la importancia del capitalismo estadounidense.
El Papa siempre ha pedido con fuerza cambios estructurales en el sistema económico-financiero que idolatra el dinero y provoca exclusión y rechazo. Sus observaciones han sido consideradas excesivas por todos los que consideran que la tarea de la Iglesia es la de comprometerse principalmente en batallas culturales sobre temas relacionados con la vida y la familia. Como si la lucha contra la pobreza, el compromiso por una economía más justa y por la salvaguardia de la naturaleza no formara parte de la defensa de la vida.
Al llegar a Estados Unidos, país que nunca ha visitado, Francisco hablará en el Congreso, privilegio nunca concedido a sus predecesores. Será recibido en la Casa Blanca por Barack Obama, y hablará en las Naciones Unidas. El Papa latinoamericano, como todos los latinos que tratan de pasar la frontera estadounidense buscando un futuro mejor, hablará en el país de las libertades y de las oportunidades, fundado y convertido en un gigante por migrantes. Un país grande y potente a nivel internacional, al que Francisco pedirá mayor compromiso por la paz en el mundo y menor intervencionismo bélico.
