Desde hace algunos años a esta parte, decidió junto a su mujer "Pichona", apoyar toda causa solidaria. Entonces, ella trata de no faltar a ningún té que haga alguna de las organizaciones benéficas que funcionan en la provincia y él, hace su aporte, donando las obras de sus manos y su imaginación. Así sus libros y pinturas pueden ser rematados o sorteados para juntar fondos. Se trata de Elías Pósleman, quien está a punto de presentar su publicación nº 11, del que no quiere obtener ningún rédito económico para sí. Es por eso que todo lo producido por la venta del ejemplar lo donará a la construcción de la casa que levanta la Sociedad Amigos del Hospital de Niños -Sahni- en la esquina de Santa Fe y Avellaneda (a metros del hospital) para albergar allí a los chicos que deben seguir tratamientos ambulatorios o hacer controles y que viven en departamentos alejados.

Pósleman es ingeniero civil pero antes de eso, maestro normal, la profesión que lo puso en contacto con los grandes de la literatura y la pintura. El contacto y su interés personal fue lo que lo llevó a dedicar horas a escribir y pintar, eso sí en blanco y negro porque es daltónico y confunde los colores.

"Sé que mis escritos no son perfectos, sino que son discutibles pero son escritos desde el corazón. Alguna vez me dije que entre que los libros duerman en una biblioteca era mejor donarlos. Creo que esas son las enseñanzas que me quedaron de chico, de ver a mi madre inmigrante y sola con 9 hijos, (porque mi padre falleció cuando yo tenía 6 años, ahora tengo 84), intentar salir adelante. Se pueden superar todas las situaciones pero para eso hace falta la solidaridad", cuenta motivado Pósleman, quien ya lleva donado al menos 27 cuadros de su autoría y decenas de sus libros.

El ingeniero está impresionado con la tarea solidaria que despliegan desde esta entidad que decidió -además de financiar cuestiones menores- construir un espacio propio. "La obra de Sahni es tremenda. Sus integrantes trabajan y trabajan sin parar para lograr un sueño enorme como es esa casa para que los niños enfermos y de zonas alejadas. Sé que hay mamás que duermen en el piso, tiradas en colchonetas al lado de una cama. Qué bueno sería que todos tomáramos conciencia de esta realidad e hiciéramos algo", dice convencido el autor del libro que contiene una veintena de narraciones, relatos e historias, tres poemas, dos piezas de teatro y un refranero que le cedió su amigo Manuel Augusto Riveros.