Cuando terminó el partido, ninguno de los jugadores de Villa Obrera salió disparado a los vestuarios. Todo se juntaron en el centro del campo y se fundieron en un enorme abrazo colectivo que decía muchas cosas: que podían, que no estaban muertos, que esto recién empieza. Llenos de emoción, después todos coincidieron en que se debían un triunfo así. El volante, Sergio Fernández, fue uno de los más elocuentes: ‘No éramos los peores antes, ni somos los mejores ahora. Esto demuestra que podemos y que con nuestras armas tenemos la ilusión de clasificar a una instancia más aun sabiendo que estructuralmente estamos pode debajo de otros equipos’, contó. Roberto Soria, el capitán de la Villa, coincidió: ‘Estamos vivos. Lo de San Rafael solo fue una mala noche pero demostramos ahora que este grupo sabe lo que quiere siempre’.
