La compañía suiza Algordanza promueve desde hace un tiempo un nuevo servicio que permite convertir los restos de seres queridos en bellos diamantes. La empresa utiliza un sistema que funciona con calor extremo y presión para transformar los restos humanos en piedras preciosas con el objetivo de “homenajear al difunto”. Una breve encuesta realizada de manera on-line a través de la página de facebook de Cuyominero demostró que la mayoría de los sanjuaninos no elegiría este procedimiento para algún familiar y coincidieron que el tradicional servicio de entierro les parece el más correcto.
Este novedoso tipo de servicio funerario tiene un costo de entre 70 mil y 270 mil pesos y se reserva en principio como un homenaje lujoso y un tanto “raro” para recordar a los seres queridos que han fallecido. Se trata de utilizar altas temperaturas y fuerte presión para convertir los restos en lo que se podría denominar “la joya de la familia”.
El tamaño de la piedra preciosa varía según el valor del servicio que se contrate.
Fuentes de la compañía precisaron que el proceso es esencialmente el mismo que se emplea en la creación de cualquier diamante sintético. El carbono extraído de los restos de los difuntos se calienta a altas temperaturas y se convierte en grafito. Luego, el grafito se somete a temperaturas que alcanzan los 2.700 grados Fahrenheit y a una fuerza de más de 870.000 libras por pulgada cuadrada. El diamante terminado es de aproximadamente 1 quilate y se presenta en una caja especial. El color de la piedra preciosa es único para cada persona, pueden ir desde claro como el cristal a casi negro, aunque el más común es el color azul debido a las huellas propias de boro que naturalmente contiene el cuerpo humano.
Willy Rinaldo, fundador de Algordanza (la empresa suiza a cargo del servicio) llama a los diamantes conmemorativos “herramientas indestructibles de recuerdo”. Sobre la intención original del nuevo servicio fúnebre Rinaldo comentó: “Me encantó la idea de que las personas fallecidas pudieran convertirse en algo que se puede tocar y disfrutar a simple vista. También me gusta el hecho de que un diamante perdure y se transmita de generación en generación”. Y agregó: “Esta espectacular innovación le permite a los familiares del difunto poseer las cenizas de su ser querido compactadas en un anillo o un collar de diamantes cuyo valor se vincula más a lo emocional que a lo económico”.
El proceso para la obtención de la alhaja dura aproximadamente entre cinco o seis semanas. La compañía asegura que el proceso de transformación es posible ya sea que la ceniza sea producto de una exhumación, cenizas antiguas y/o hasta las más recientes. Este diamante humano requiere de 500 gramos de cenizas, lo que significa una pequeña parte del cuerpo humano ya que éste deja en promedio entre 2.5 y 3 kilos de cenizas, por lo que pueden realizarse un promedio de 5 diamantes por persona fallecida.
Una vez obtenida la joya en bruto, la misma es pulida y tallada de acuerdo a las preferencias del cliente. “En caso de que lo quiera utilizar en un anillo o un collar, la familia podrá optar por engarzar este diamante en una joyería de confianza”.
El diámetro de la piedra preciosa nunca superará los 6 milímetros, porque la tecnología empleada actualmente no permite fabricar diamantes sintéticos de mayor tamaño.
El número de compañías funerarias que ofrecen este servicio en Europa y Estados Unidos crece y con ello aumenta también la demanda. La compañía suiza que tiene sede en 25 países todavía no llega a asentarse en Latinoamérica, sin embargo recibe pedidos de parte de familias de esta parte del mundo. La pregunta que surge es: ¿Podrá aplicarse en países como Argentina, Uruguay, Brasil o Perú? El tiempo y el mercado se encargarán de demostrarlo. Por el momento, la gran mayoría de los sanjuaninos miran este procedimiento con recelo y eligen el tradicional servicio fúnebre de entierro.
