Para cruzar desde la Avenida Libertador hasta Ignacio de la Roza, por calle España, a un costado del Centro Cívico, un vehículo tarda normalmente 45 segundos. Esa distancia es de aproximadamente 250 metros. Pero en horarios pico, de salida del comercio y de los 11.000 empleados del edificio y personas que hacen trámites allí, los autos se demoran más de 3 minutos en hacer el mismo tramo. Es decir, tres veces más. Algo similar pasa por calle Las Heras. Por otra parte, el embotellamiento se produce hasta en las veredas y se estacionan en la salida de los garages. El cronómetro, si bien es sólo un parámetro, traduce a medida de tiempo el caos que significa tener que circular por esa zona en horarios complicados.
Por este motivo los vecinos quieren que algunas calles que están cercanas al edificio, hacia el Oeste, y son de doble mano, pasen a ser de una sola para que la gente se estacione sólo de un lado.
Los autos particulares, remises o hasta movilidades de Gobierno en doble fila. Los peatones que cruzan las calles entre los autos. Los colectivos que quedan trabados por sus tamaños y la cercanía extrema de los demás vehículos. Las motos que ocupan lugares de autos y los que se estacionan en línea amarilla. Todo esto suma para que el tránsito sea un caos.
El tramo por España tiene unos 250 metros y ningún cruce, sólo 2 calles que desembocan en él. Además, el ancho es de cerca de 15 metros. Sin embargo, con los autos en los dos lados de la arteria (sólo está permitido estacionar en uno), algunos en doble fila y todos los que se suman a la calle, se arma el embotellamiento.
En horas de tránsito normal no son más de 6 autos los que hay en el tramo en cuestión. Pero cerca del mediodía, las bocinas se mezclan con el humo de los escapes de más de 60 autos que llenan el trecho. La gente corre entre los vehículos y por el medio de la calle para alcanzar el colectivo, el remís o para llegar más rápido al otro lado sin hacerlo por la esquina.
A esto se suma la partida de las motos. Estas se encuentran en su mayoría sobre la vereda de calle Las Heras, cercanas a Libertador. Son alrededor de 250 que se estacionan ocupando hasta parte de la rotonda. Y las bicicletas, unas 60, también se van. Son tantas que por no encontrar más árboles o postes, algunas quedan con candado hasta en las acequias.
Las 13 horas es el momento de la explosión. Salen todos como de un hormiguero al que le entró el agua y los autos se paralizan en el asfalto. Con todo esto, un grupo sale ganando: los limpiavidrios. Ellos, con notable habilidad, en 15 segundos limpian un parabrisas y con el estancamiento se aprovechan de muchos clientes involuntarios.
Y fuera del pavimento también hay problemas de amontonamiento de vehículos. Las veredas en algunos sectores se confunden con las calles porque varias movilidades descansan sin dejar que las personas transiten cómodamente por ellas. A las 13 horas, las banquinas también quedan despejadas, pero con las manchas de aceite, recuerdo que al día siguiente se ensanchará.
